Villajoyosa, un paseo por la ciudad del chocolate
El objetivo principal de nuestra visita a Villajoyosa era desayunar chocolate con churros. Una vez cumplido, continuamos paseando por Villajoyosa. Lo primero que hicimos fue buscar el mar, que sabíamos que estaba a pocos metros ya que lo veíamos desde los ventanales de la chocolatería.
Para llegar hasta él bajamos por la escalinata del Parque Censal, y nos quedamos bastante sorprendidos al ver que este parque tenía una rampa mecánica para salvar el desnivel desde la playa a la zona urbana. Al llegar a la playa de Villajoyosa, nos encontramos con esta vista tan preciosa. Me llenó tanto de paz.
A pesar de ser 3 de febrero la temperatura era fabulosa, 24-25 grados y un solazo de fábula. Tanto, que terminamos en manga corta y con el pantalón arremangado, y no pude resistirme a comprobar la temperatura del agua. Me quité playeras y calcetines y muy feliz metí los pies en el agua con la intención de mojarme hasta las rodillas. Fue totalmente imposible, porque el agua estaba helada. No sé exactamente qué temperatura tendría, pero supongo que no más de 14 ó 15 grados, y no fui capaz ni por asomo de mojarme algo más que los pies.
Y aunque no pude disfrutar del agua lo que me hubiese gustado, sí que disfrutamos de un maravilloso paseo por esta playa urbana de Villajoyosa, una playa que me sorprendió por bonita y por su larguísimo paseo marítimo repleto de palmeras. De verdad que era muy agradable pasear por allí. Me podía haber quedado perfectamente allí todo el día.
Desde el paseo marítimo de Villajoyosa no sólo tienes que mirar al mar, sino también a la ciudad, ya que avanzados unos metros hacia el sur empiezas a ver unos edificios de colores muy curiosos. Son las famosas casas de colores de Villajoyosa, uno de sus rasgos más característicos junto al chocolate y que las puedes encontrar por todo su casco histórico.
Ésta es una de las imágenes que más me gustó de Villajoyosa, porque no sólo se veían sus casitas de colores, sino también la torre de su iglesia que intentaba asomarse tras ellas.
Llegados a este punto decidimos abandonar la playa para buscar la iglesia, subiendo por la calle Costera de la Mar que va bordeando la histórica muralla de Villajoyosa. Al llegar arriba, de vuelta en la carretera principal Avenida del Pais Valenciano, nos encontramos con un bonito homenaje a las madres de Villajoyosa y al sacrificio que hacen para sacar adelante sus hijos. Bien podría ser un homenaje a todas las madres del mundo: el monumento a la mare vilera, conocido como «La Mareta».
Enseguida encontramos a izquierda la calle Mayor y llegamos hasta la plaza de la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción, que la encontramos cerrada.
Regresamos a la calle Mayor, donde continuaban las casitas de colores. Recorrimos toda esa calle en descenso, hasta encontrar el arco del edificio del Ayuntamiento de Villajoyosa. Es el edificio de color amarillo del que cuelgan las banderas.
Pasado este arco salía a derecha la pequeña Plaza de las Moreras, reconocible por su fuente.
Algunos metros más y regresamos de nuevo a la playa. Esta vez llegamos hasta el espigón que marcaba el final de esta playa urbana. Y nos encontramos con la desembocadura del pequeño río Amadorio.
El río llevaba poca agua y mirando la desembocadura hacia el mar sabía a poco. Aunque mirando hacia Villajoyosa la vista era muy bonita, con el adorno de las palmeras y las casas de colores.
Caminamos junto al río algunos metros y ya regresamos sobre nuestros pasos. Volvimos a recorrer todo el paseo marítimo esta vez hacia el norte, buscando el otro extremo del paseo marítimo. En el Instituto social de la marina encontramos este dibujo en su fachada, referencia a la villa marinera.
Antes de llegar al puerto nos encontramos con esta preciosa escalinata dedicada a los pescadores, en un bonito color azul, con un barco de madera y redes, además de barcos y versos pintados.
No pudimos resistirnos a subir por ella y en la parte alta nos encontramos con esta vista tan magnífica del puerto de Villajoyosa.
Aquí terminó nuestra ruta turística por Villajoyosa y pusimos rumbo a Altea.
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