Tenerife día 2: Parque Nacional del Teide, Valle de la Orotava
Nuestro primer despertar en Tenerife nos dejó atónitos al comprobar las vistas que teníamos desde el hotel, con la figura del Teide presidiendo el valle. Nos resultó asombroso, no sólo por el paisaje, sino por lo inesperado de encontrarnos el Teide así de repente, casi por sorpresa. En el hotel disfrutamos bastante del buffet del desayuno, y he de decir que a mí me ganaron con el batido de plátano que preparaba el cocinero, delicioso.
Tras el desayuno, partimos hacia el Parque Nacional del Teide, no por la subida del valle de la Orotava que es la que nos quedaba más cerca y ya habíamos conocido en parte el día anterior, sino por la de La Esperanza para conocer otros miradores. Esto implicaba que teníamos que llegar prácticamente hasta el aeropuerto para tomar la carretera TF-24.
Visita al Parque Nacional del Teide
Los primeros kilómetros fueron llanos, aunque pronto comenzó el ascenso del puerto. Atravesamos el Parque Natural Corona Forestal, entre un bosque de árboles altos que nos tapaban del sol y hacían descender la temperatura algunos grados hasta el punto de sentir un ambiente algo fresco y agradable. Rápidamente comenzamos a ver de nuevo el Teide destacando por encima de las copas de los árboles, y fue en el mirador de Ortuño donde decidimos realizar la primera parada.
La segunda, en el mirador de Ayosa, con vistas más despejadas del Teide, con menos árboles. También empezamos a ver algunas formaciones de rocas curiosas. Al llegar aquí descubrimos que nos habíamos saltado uno de los mejores miradores del Teide, el mirador de Chipeque, así que tendríamos que volver.
Conforme fuimos ascendiendo kilómetros, la zona boscosa fue desapareciendo y llegamos a terreno más desértico, con paredes marrones y rojizas. Hay tantos miradores que no podemos parar en todos, y uno de los que nos saltamos es La Tarta, donde se ven unos cortes en la roca con capas de varios colores, espectaculares, pero cuando lo vemos ya no nos da tiempo a parar. Otro motivo más para volver. Eso sí, el Teide no desaparece en todo momento de nuestro horizonte.
Algunos kilómetros más adelante comenzamos a ver el Observatorio Astrofísico del Teide. Intentamos entrar a visitarlo, pero sólo se realiza a través de visita guiada con reserva previa.
Observatorio Astrofísico del Teide
En nuestro intento de llegar al observatorio nos desviamos por una carretera que está cortada por el comienzo de una zona militar, lo bueno es que desde aquí el mar se ve espectacular y se llega a ver otra isla que por su posición debe ser Las Palmas de Gran Canaria.
Vistas desde el Observatorio Astrofísico del Teide
Continuamos hasta El Portillo, donde nuestra carretera se unía a la carretera que ascendía al Parque Nacional del Teide desde el valle de la Orotava, y paramos cuando comenzamos a ver un terreno extenso, llano, de tonalidades marrones claras y oscuras, que por un lado tenía muchas rocas y por otro parecían dunas del desierto, aunque lo que pisé estaba duro. Se trataba de las minas de San José, y me pareció el paisaje más sorprendente y también algo surrealista de todo el parque nacional.
El paisaje a partir de aquí pasa entre rocas volcánicas, algunas nos resultan muy curiosas porque son marrones y de la forma en que están amontonadas parecen arcilla. En esta zona está también el teleférico que sube hasta el Teide, impresionante, debe dar mucha impresión la subida porque parece empinadísima. Esta vez me quedaría con ganas de probarlo, porque no habíamos pedido a tiempo el permiso para subir al Teide, y preferíamos subir en funicular cuando pudiéramos realizar el ascenso completo. Por cierto que el pico Teide se fue nublando cada vez más, y al llegar aquí ya estaba completamente oculta su cumbre, una auténtica pena.
Teleférico de ascenso al Teide
Muy cerca del teleférico está una de las imágenes más famosas de todo el parque nacional, los Roques de García, con formaciones curiosas que ha producido la erosión, la más famosa de ellas su Roque Cinchado que aparecía en los billetes de mil pesetas y según cuentan se va erosionando más por su base y llegará el día en que no soportará su peso y caerá… También hay una llanura que fue un antiguo volcán y hoy tiene el aspecto de paisaje lunar.
Descenso por el Valle de la Orotava
Pasados los Roques de García decidimos poner rumbo al hotel, volviendo tras nuestros pasos hasta El Portillo, y a partir de ahí tomando la carretera que desciende por el Valle de la Orotava, principalmente porque era más corto para llegar a nuestro hotel. En lugar de ir directos, comenzamos a callejear por el valle para tomar un camino diferente y terminamos más al oeste, donde nos pasó algo tan curioso como fue cruzarnos con un jinete que subía la carretera a lomos de su caballo.
Caballo en el valle de la Orotava
El descenso por esta parte del valle de la Orotava es espectacular, disfrutando de unas vistas magníficas de pueblos que a lo lejos parecían estar al borde de un acantilado. Además no paramos de ver casas de colores desperdigadas por la montaña que me hacían mucha gracia porque parece que han ido construyendo donde apetecía, pero la verdad que da un toque muy característico al valle.
Casas de colores en la ladera del valle de la Orotava
Al llegar al hotel hicimos una comida algo tardía, y mientras estábamos tomando un cocktail de repente salió el sol y a pesar de estar pocos minutos sentados en la terraza del bar, termino con los brazos quemados, y la marca de la camiseta. No se puede ser tan delicada… Terminamos en el spa, y tras la cena, llegamos a tiempo de ver un bonito atardecer que me da la sensación de estar en las Islas Maldivas. Es gratis soñar, ¿verdad?
La verdad es que es precioso. Hace ya tiempo que visitamos el PN. Solo me dio pena no subir hasta arriba (el teleférico era bastante caro, recuerdo).
Recuerdas bien, 27 eurazos! Y además para subir hasta la cima tienes que pedir un permiso especial al menos 2 meses antes, si no, te quedas sin plaza…