Benidorm, visita de invierno a la ciudad que nunca duerme
Más de una veintena de veces, si no más, había visitado Benidorm, pero ninguna de esas visitas había tenido lugar en invierno. Había escuchado que ésta es la ciudad alicantina que nunca duerme, y este pasado invierno lo pude comprobar por mí misma.
Nuestro día en Benidorm
Cómo llegar y dónde aparcar en Benidorm
Se puede viajar de Alicante a Benidorm por la autovía gratuita AP-7 en sólo media hora, aunque nosotros veníamos de visitar Guadalest y Polop, así que llegamos a Benidorm por la carretera CV-70 que comunica el interior de Alicante con la costa.
Al llegar a Benidorm fue toda una odisea aparcar. En verano siempre lo es, pero no imaginaba que en invierno no encontrásemos ninguna plaza de aparcamiento libre en la calle después de media hora dando vueltas. Así que pasamos a buscar un parking y de casualidad terminamos en el Parking L’Aigüera.
Este parking resultó estar en el subsuelo del parque del mismo nombre, el Parque L’Aigüera, un parque diseñado por el arquitecto Ricardo Bofill a finales de los noventa, de estilo neoclásico, y que aloja varios edificios famosos como son el nuevo Ayuntamiento de Benidorm o el Auditorio Julio Iglesias, homenaje de la ciudad de Benidorm a uno de los ganadores de su Festival Internacional de la Canción.
Nuestro paseo por Benidorm
Iniciamos nuestro paseo desde el Parque L’Aigüera y en apenas cinco minutos ya nos plantamos en la Playa de Levante, con el inconfundible islote de Benidorm.
Había algunas personas en la playa, pocas, aunque si pensamos que era invierno, quizás demasiadas. La temperatura en el ambiente era muy buena, pasando los veinte grados, pero el agua del mar aún estaba muy fría y seguramente por este motivo la playa no estaba más llena, ya que los restaurantes sí que estaban abarrotados.
Antes de continuar nuestra ruta por Benidorm, buscamos un lugar para comer. El paseo marítimo está repleto de bares y restaurantes, pero estaba demasiado lleno de turistas, principalmente ingleses. Callejeamos hacia el interior en búsqueda de restaurantes y todos los que encontramos estaba llenos. En alguno incluso llegamos a entrar y el tiempo de espera sólo para decirnos si tenían mesa o no nos desesperó tanto que nos terminamos escapando. Al final optamos por alejarnos de la zona más turística de Benidorm y terminamos comiendo en La taberna andaluza, un restaurante de batalleo con un menú del día abundante.
Para serte sincera, estaba deseando terminar la comida para continuar nuestro paseo por Benidorm. Me moría de ganas de volver a recorrer todos esos rincones que recorría con mi familia cada verano, el primero, el famoso mirador de Benidorm, desde donde veíamos algo aterrorizados saltar a jóvenes intrépidos y algo alocados que se lanzaban al agua sin ningún temor, cuando desde el propio mirador se distinguían las rocas en el fondo del mar.
Éste es el mirador más famoso de Benidorm, el Mirador del Castillo, que recibe el nombre de la antigua fortaleza que se asentaba en esta gran roca. Por las vistas que ofrece también recibe el nombre de Balcón del Mediterráneo. Es un espectacular mirador panorámico a las dos playas principales de Benidorm. A un lado la Playa de Levante y al otro la Playa de Poniente, con los perfiles inconfundibles de sus edificios más altos: el edificio Intempo, que es el edificio más alto de Benidorm y quinto edificio más alto de España, sólo superado por las torres de Madrid. Y el Gran Hotel Bali, que es el sexto edificio más alto de España y el segundo hotel más alto de Europa. Por el gran número de rascacielos que posee Benidorm y en alusión al Manhattan de Nueva York, se la ha llegado a apodar Beniyork.
En la parte alta del mirador hay bancos y nosotros paramos, no para descansar, sino para disfrutar del momento. Nos acompañaba la agradable música de un músico callejero, un tiempo inmejorable y algunas gaviotas que parecían disfrutar de este mirador tanto o más que nosotros. Había unos cuantos turistas pero ni siquiera molestaban. Nada iba a romper este momento, quizás porque este mirador es demasiado mágico.
Tras nuestra parada en el mirador, continuamos recorriendo las calles céntricas de Benidorm y después regresamos al coche para ya volver a Alicante. Al día siguiente nos esperaba más, Villajoyosa y Altea.
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