Piraguas cerca de Madrid: Centro de Aventura Libélula en Cuenca
Hace algunas semanas tuve la oportunidad de conocer un centro que organiza paseos en piraguas cerca de Madrid. Fue exactamente en el Centro de Aventura Libélula de Arandilla del Arroyo. Fui con mi mejor amiga, y pasamos un día fabuloso, lleno de aventura y diversión. Hoy te cuento todo de esta fabulosa experiencia, y no me extrañaría que te entraran unas ganas locas de probarlo a ti también.
Datos prácticos del Centro de Aventura Libélula
Cómo llegar al Centro de Aventura Libélula
Está ubicado en la pequeña localidad de Arandilla del Arroyo, dentro de la comarca de La Alcarria de Cuenca, en un espacio de bosque de más de 80 hectáreas. Está a 2 horas del centro de Madrid, y a sólo hora y media de Alcalá de Henares o Guadalajara. Por eso es muy buena opción si estás buscando piraguas cerca de Madrid.
Cómo llegar al Centro de Aventura Libélula
Cuando llegas a Arandilla del Arroyo, verás que Google Maps te envía por una pista forestal. Es correcto, por ahí tienes que circular el último kilómetro y medio. Nosotras entramos con algunas dudas, hasta que vimos esta señal. Se encuentra en las coordenadas 40°30’21» N 2°23’9″ W. A partir de aquí, tienes varias señalizaciones del Centro de Aventura Libélula.
Aparcamiento
Este punto es la entrada, y desde aquí aún tienes que continuar con el coche por un camino hasta el aparcamiento del Centro de Aventura Libélula. Es un aparcamiento gratuito.
Precio
El precio del paseo en piragua es 20 euros para adulto y 15 euros para niños. Puedes comprar tu entrada en la página web del Centro de Aventura Libélula. .
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Horario
El paseo en piragua se realiza por libre en las aguas del río Guadiela, afluente del río Tajo, y tiene una duración de 2 horas. Puedes elegir los siguientes horarios durante los fines de semana de marzo a octubre:
- De 10:00 a 12:00
- De 12:00 a 14:00
- De 14:00 a 16:00
- De 16:30 a 18:30
- De 18:30 a 20:30
Qué debes llevar para pasear en piragua
Para descender por la senda desde el Centro de Aventura Libélula hasta el río, necesitas zapatillas deportivas. Y para el paseo en piragua, necesitarías bañador, mallas deportivas o ropa cómoda que se pueda mojar, escarpines o calzado que se pueda mojar, protector solar, toalla para después, y ropa de cambio.
Nuestro paseo en piragua por el río Guadiela
Llegada al Centro de Aventura Libélula
Nosotras habíamos reservado el paseo en piragua de 12 a 14 horas. Llegamos treinta minutos antes como nos habían indicado, para tener tiempo de preparación y explicación del uso del material. Cuando bajamos del coche, sentimos mucha paz. Unas cabañas entre los árboles, tranquilidad, y silencio, mucho silencio. Sólo los sonidos de la propia naturaleza. Me atrevo a decir que es uno de los lugares más zen que he conocido.
Enseguida nos recibió David, el monitor, quien nos entregó el material de piragüismo, y explicó cómo funcionaba la actividad. También un mapa del recorrido de este tramo del río Guadiela. Rápido partimos hacia él, con salvavidas puesto, portando las palas y un bote estanco para guardar algunos objetos.
Descenso hasta el río Guadiela
Descendimos por un sendero entre el bosque, que nos regaló unas vistas tan bonitas como ésta del río Guadiela.
A los quince minutos llegamos hasta la orilla donde estaban atracadas las piraguas. Cambiamos deportivas por escarpines, y dejamos nuestras mochilas atadas a un árbol. En el bote estanco sólo guardamos lo imprescindible para el paseo en piragua: crema solar, agua, móviles y el mapa. David nos explicó cómo mover las palas, nos dio las últimas indicaciones del recorrido, y nos ayudó a partir con la piragua.
El paseo en piragua por el río Guadiela
Qué impresión cuando estuvimos en mitad del río, sólo nosotras, en nuestra piragua, rodeadas de agua y bosque. Yo empecé muy nerviosa y por un momento pensé que no seríamos capaces de mover la piragua. Incluso pensé que nos quedaríamos en el río, a saber dónde. Empezamos un poco mal, y por ser completamente sinceras, no sabíamos manejar las palas, y a veces en lugar de ir rectas, nos íbamos contra la orilla del río y sus matorrales.
Pero a pesar de las dificultades, nos estaba gustando, y mucho. El paisaje era una maravilla, y las aguas muy tranquilas, cristalinas, limpias y con un color increíble. Además no estaba nada masificado, sino todo lo contrario; te cruzas con muy poquitas piraguas. Queríamos llegar hasta el Embalse de la Ruidera, que estaba en el tramo sur del recorrido, pero dimos la vuelta antes, ya que habíamos gastado casi la primera hora, y queríamos conocer el tramo norte.
Las libélulas
En el tramo norte nos encontramos con este pasillo de plantas de ribera tan maravilloso. Aquí el río se estrechaba, pero afortunadamente ya navegábamos más rectas, porque habíamos aprendido a manejar mucho mejor la piragua. En toda esta zona comenzamos a ver decenas de libélulas volando, y ahí entendimos el nombre del lugar, Centro de Aventura Libélula.
Las cascadas
Aparte de navegar mejor, también lo hacíamos mucho más rápido, y pronto llegamos hasta un precioso rinconcito que escondía dos pequeñas cascadas. Estuvimos dudando si bajar o no de la piragua, ya que aquí el agua no cubría, pero al final decidimos no hacerlo.
Los jacuzzis
Unos metros más adelante llegamos hasta una zona muy chula que llaman los jacuzzis, donde te puedes bañar. Nosotras no llegamos a hacerlo, y tampoco llegamos a bajar de la piragua, porque era justo la zona con más corriente de todo el recorrido, y costaba más llegar. Además ya eran más de la una y media, y nos quedaba todo el camino de vuelta.
Fin del paseo en piragua
Pusimos rumbo de vuelta pensando que nos hubiéramos quedado todo el día allí. Con lo nerviosa que empecé, y al final disfruté muchísimo. Me pareció una experiencia fascinante, y ya estoy loca por repetir. Aunque también es verdad que en ese momento agradecimos que el paseo en piragua fuese de dos horas, porque ya se notaba cansancio en los brazos. Bajamos de la piragua, y hasta fuimos capaces de subirla nosotras solas hasta la tierra. E incluso tuvimos tiempo y ganas de un último recuerdo con la piragua.
Después nos pusimos las playeras, cogimos nuestras mochilas, y pusimos rumbo hacia el centro. La subida se puede hacer algo dura, y estás deseando llegar arriba. La recompensa, especialmente para los días de calor, es esta piscina que te está esperando para pegarte un buen baño. Nosotras no lo hicimos porque eran finales de abril y no hacía tantísima calor. Pero debe ser una gozada meterte aquí después del paseo en piragua.
También tienes vestuarios donde te puedes cambiar de ropa si llegas empapada. Nosotras nos mojamos un poco, pero no tanto como para cambiarnos la ropa.
La comida
La piscina no la probamos, pero la comida del Centro de Aventura Libélula sí. Y cómo lo agradecimos después del cansancio de la piragua. Tienen carta con varias opciones, como barbacoa o arroces. Tienes que reservar antes.
De primero tomamos una ensalada que apetecía muchísimo. Muy ricos todos los ingredientes.
De segundo esta paella de pollo con verduras. Estaba deliciosa. Y era muchísimo para las dos. Nos dio pena porque no nos lo pudimos terminar.
Y también comimos el que llaman postre libélula. Es un yogur cremoso y delicioso con virutas de chocolate blanco, avellana, hierbabuena, y algún otro ingrediente secreto.
La comida estuvo riquísima, pero lo mejor fue comer al aire libre en medio del bosque, con toda la calma que desprende el lugar. Si vienes con prisa a comer, éste no es tu lugar. Merece la pena tomarte tu tiempo. Nosotras queríamos desconectar, y desconectamos, pero bien.
Dormir en el Centro de Aventura Libélula
También tienes varias opciones para dormir aquí. Por un lado hay hamacas en los árboles, algo que siempre me ha llamado mucho la atención y aún no he probado. Y por otro dos casas rurales. Tuvimos la oportunidad de conocer una de ellas, y nos quedamos enamoradas de este sofá con vistas al río Guadiela. ¿A que a ti también te gustaría estar ahí?
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