Ruta del mimbre en Cuenca: un viaje por el arte y la tradición de la provincia
Toda mi vida, como imagino que le sucede a la mayoría, he visto el mimbre transformado en muebles, cestas y otros objetos decorativos. Sin embargo, nunca me había detenido a reflexionar sobre su origen ni el proceso detrás de este material tan versátil. Todo cambió el año pasado, cuando mi grupo de fotografía decidió emprender la Ruta del Mimbre en Cuenca. Fue entonces cuando descubrí no solo el fascinante mundo del mimbre, sino también la impresionante belleza y singularidad de esta región, con una riqueza natural y arquitectónica incomparable. ¿Te atreves a acompañarme en este recorrido por los encantadores pueblos del mimbre en Cuenca?
Datos sobre el mimbre
¿Qué es el mimbre?
Antes de comenzar con la ruta, vamos con unos datos sobre este material que hemos visto siempre en cestería y de nombre mimbre. Se trata en realidad de una fibra natural que se obtiene de un arbusto de la familia de los sauces. Lo que se utiliza para tejer los muebles y otros objetos es el tallo y las ramas de la planta. Y es muy fácil de trabajar porque es ligero a la vez que robusto, lo que facilita que se doble sin romperse.
El arte de la cestería con mimbre se utilizó mucho desde la Edad Media y hasta el siglo XVIII, y después cobró de nuevo fuerza en Europa a comienzos del siglo XX. Hay incluso referencias documentales del mimbre ya en el Antiguo Egipto y en la Edad del Hierro.
¿De qué color es el mimbre?
Ésta es una pregunta la mar de interesante, ya que el mimbre pasa por un proceso de transformación de colores fascinante, desde que está plantado hasta que se convierte en un objeto artesanal. Cuando se planta tiene un color marrón claro o amarillento, dependiendo de la variedad, y al terminar su crecimiento en otoño, las hojas caen y las ramas adquieren un color rojizo intenso y deslumbrante. Es en esta época, normalmente a finales de noviembre, cuando acuden multitud de visitantes a disfrutar de estos campos que asemejan una alfombra natural sobre la Serranía de Cuenca.
A partir de este momento también es cuando el mimbre se empieza a recolectar y se pone a secar. Es muy curioso ver los montones puestos a secar. Y cuando se le quita la corteza, el color cambia al beige claro que es el que conocemos en los objetos elaborados con mimbre.
Descubre los encantadores pueblos del mimbre en Cuenca
1. Valdeolivas
En la Alcarria conquense, y más concretamente en Valdeolivas, se encuentra una de las pinturas románicas más destacadas de toda Castilla-La Mancha. Se trata del Pantocrátor que preside el ábside de la iglesia parroquial de la Asunción, una obra del siglo XIV que se ha conservado en excelentes condiciones. Junto a él, se puede apreciar el Tetramorfos, los símbolos de los cuatro evangelistas, así como los doce apóstoles dispuestos a los lados. En la parte superior, también aparece el Espíritu Santo, representado en forma de paloma. La iglesia fue construida entre los siglos XII y XIII en estilo románico, y fue reconocida en 1982 como Bien de Interés Cultural, un reconocimiento que subraya su valor histórico y artístico.
Valdeolivas, además de su patrimonio artístico, está estrechamente vinculada al cultivo y la cosecha de la oliva verdeja, variedad autóctona de la zona. El paisaje del municipio se configura entre olivos centenarios, campos de mimbre y estrechas callejuelas, algunas de ellas porticadas, que conservan un aire medieval muy característico. También destacan en la localidad los tres molinos de viento situados en las Eras Bajas. Aunque hoy en día han perdido sus techumbres y su maquinaria interior, estos molinos siguen siendo un atractivo importante por su valor histórico y su vinculación con el pasado agrícola del pueblo.
2. Vindel
Vindel es un diminuto pueblo que se encuentra en la frontera con la provincia de Guadalajara, pero que alberga un importante tesoro: la iglesia de estilo isabelino más septentrional de la Península, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Esta iglesia destaca por su belleza, con un atrio arbolado que le confiere un ambiente tranquilo y pintoresco. Su torre, de tres cuerpos, también es un elemento destacado, proporcionando una visión imponente del conjunto.
En cuanto a la estructura de la localidad, Vindel conserva una organización medieval, con callejuelas estrechas y aleros muy volados que aún conservan restos de decoración pictórica, lo que añade un toque de singularidad al conjunto arquitectónico. Como curiosidad, Vindel es uno de los pueblos más pequeños de la provincia de Cuenca, con una población que no supera los veinte habitantes, lo que lo convierte en un ejemplo de la vida rural más tranquila y aislada de la región.
3. Alcantud
Alcantud es un pequeño municipio situado en un pintoresco valle a orillas del río Guadiela, protegido por el Estrecho de Toriles y la Hoz de Tragavivos, dos formaciones naturales que sirven como ventanas a la Serranía de Cuenca. En sus cercanías se han encontrado restos romanos, aunque los datos disponibles no permiten una datación exacta de los mismos, lo que deja abierta la incógnita sobre su origen y cronología. Lo que sí está claramente documentado es la Iglesia de Nuestra Señora de los Afligidos, construida en el siglo XVI, que destaca por su arco triunfal en el presbiterio, un elemento arquitectónico notable que adorna el interior del templo.
Además de su patrimonio histórico y arquitectónico, Alcantud es conocido como un importante destino de turismo de salud. Sus baños termales, cuyas aguas son famosas por sus propiedades medicinales, fueron declaradas de utilidad pública en el siglo XIX, lo que consolidó la localidad como un centro de bienestar y un lugar ideal para quienes buscan los beneficios terapéuticos de sus aguas.
4. Priego
Tras atravesar el impresionante Estrecho de Priego, un paraje de 4 kilómetros adornado por majestuosos cañones, se llega a la localidad de Priego, conocida por su tradición en el cultivo y la artesanía del mimbre. Situada entre la Alcarria conquense y la Serranía de Cuenca, esta ciudad no sólo destaca por su legado artesanal, sino también por ser la cuna del gran ciclista Luis Ocaña. Cada año, aquí tiene lugar la Fiesta del Mimbre, un evento que celebra esta antigua tradición y resalta su importancia cultural y económica para la región.
A apenas 1 kilómetro de Priego, el curso del río Escabas ofrece un rincón de excepcional belleza, con aguas cristalinas y tonos verdosos que parecen sacados de un cuadro. Entre estos parajes, destaca el Puente Allende, también conocido como Puente Liende, una estructura histórica del siglo XVI construida en sillería, que sorprende con su elegante arco apuntado.
El patrimonio monumental de Priego es otro de sus grandes atractivos. Entre los edificios más destacados se encuentra el Palacio de los Condes de Priego, del siglo XVI, hoy sede del Ayuntamiento; el Torreón de Despeñaperros, último vestigio del antiguo castillo de la localidad; la Casa Pernía y la Puerta de Molina. La Iglesia de San Nicolás de Bari merece especial mención por su imponente torre de influencia florentina y la capilla de los Condes de Priego. Igualmente, sobresale el Convento de San Miguel de la Victoria, del siglo XVI, que alberga en su interior al venerado Cristo de la Caridad.
Un lugar que me dejó especialmente fascinada fue el Convento de Nuestra Señora del Rosal. Aunque está prácticamente en ruinas, su encanto perdura en el tiempo, y su interior, junto con su precioso claustro, invita a imaginar la grandeza que debió tener en su época de máximo esplendor.
5. Cañamares
A poco más de diez minutos en coche desde Priego llegamos a la encantadora localidad de Cañamares, un lugar que se ha ganado un rincón especial en nuestra memoria, sobre todo por el espectáculo de este paisaje que parece sacado de un cuadro: un camino tranquilo flanqueado por muros de piedra, y al fondo los campos teñidos de rojo intenso del mimbre, contrastando con el verde vibrante de los árboles y el azul infinito del cielo. Es una maravilla para contemplar y fotografiar, ¡me dejó fascinada!
Nos adentramos entre las ramas de mimbre, con su color rojizo-anaranjado, que parecían encenderse con la luz del sol, y también paseamos bordeando los campos. Allí encontramos los montones de mimbre recién cosechado, perfectamente apilados en grandes fajos que parecían pequeñas chozas. Este paisaje es puro Cañamares en otoño e invierno: colores vivos y una conexión directa con la tradición y la tierra.
El pueblo fue fundado en el siglo XII por soldados riojanos, y su monumento principal es la iglesia de San Millán, una parroquia dedicada a su patrón, cuya fiesta se celebra el 12 de noviembre. Y si buscas más naturaleza, a sólo unos minutos en coche desde Cañamares está la espectacular Hoz de Beteta, un desfiladero impresionante esculpido por el río Guadiela que te deja sin palabras con sus paredes verticales de roca y aguas cristalinas.
Para los días más cálidos, Cañamares tiene otro as bajo la manga: su playa natural en el río Escabas, un lugar perfecto para refrescarte en verano y disfrutar de la tranquilidad de este paraíso interior.
6. Cañizares
A tan sólo diez minutos de Cañamares encontramos Cañizares, dos de los encantadores pueblos de la Ruta del Mimbre en Cuenca, que también forman parte del “Parque Astronómico de la Serranía Conquense”. Esto significa que son destinos turísticos Starlight, ideales para el disfrute del cielo nocturno. Cañizares tiene el aire de un pueblo sacado de un cuento. Sus casas, con fachadas de piedra, se distribuyen en un anfiteatro natural, ya que el pueblo está asentado sobre una ladera. Al pasear por sus tranquilas calles, la paz se respira en cada rincón: los vecinos te saludan con amabilidad, el aroma a leña llena el aire, y hasta los gatos parecen disfrutar de la calma que ofrece el entorno.
El corazón de Cañizares es su iglesia parroquial, la Iglesia de Santiago Apóstol, que, aunque sencilla, posee una belleza rústica que se fusiona armoniosamente con el paisaje. Otro de los monumentos destacados es la Ermita de la Virgen de los Casares, lugar de gran devoción popular. Sin embargo, lo que realmente cautiva al visitante es la naturaleza que rodea al pueblo: las montañas, los barrancos y el sonido relajante de los arroyos que fluyen a su alrededor, convirtiéndolo en el lugar perfecto para desconectar y respirar aire puro.
7. Villaconejos de Trabaque
En Villaconejos de Trabaque la tradición artesanal del mimbre sigue muy viva. El pueblo alberga varios talleres donde los artesanos trabajan este material de forma manual, creando una gran variedad de objetos que reflejan la maestría de generaciones pasadas y la riqueza de la cultura local.
La localidad también es rica en patrimonio religioso, y entre sus principales monumentos destacan la Iglesia Parroquial de la Asunción, un edificio de gran valor arquitectónico, y la Iglesia de San Juan Bautista, que conserva elementos de interés. Además, se puede visitar la Ermita de la Inmaculada Concepción, otro ejemplo significativo de la arquitectura religiosa de la zona.
Una de las particularidades de Villaconejos de Trabaque es la presencia de unas curiosas construcciones llamadas chozos, pequeñas edificaciones de mampostería que tradicionalmente servían para resguardar a los pastores y campesinos durante su trabajo en el campo. Estas edificaciones, con su forma rústica, son un claro reflejo de la arquitectura popular de la región. Además, en las pequeñas elevaciones del terreno se pueden encontrar cuevas-bodega, excavadas directamente en la roca, que se utilizaban para almacenar vino y otros productos, aprovechando las propiedades térmicas de la tierra para mantener una temperatura constante ideal para la conservación. Estas construcciones son testimonio de la adaptabilidad de sus habitantes a su entorno natural y su ingenio para aprovechar los recursos disponibles. En algunas de ellas, aún es posible ver tinajas y enseres propios del proceso de almacenaje vinícola, lo que permite obtener una visión directa de las antiguas prácticas de producción y conservación de alimentos en la zona. Estas construcciones son un testimonio de la habilidad y adaptabilidad de los habitantes de Villaconejos de Trabaque a su entorno natural, así como de su ingenio para aprovechar los recursos que les ofrecía el paisaje y el terreno circundante.
Albalate de las Nogueras
Como final de la Ruta del Mimbre en Cuenca, llegamos a Albalate de las Nogueras, un pintoresco pueblo con una rica historia. Durante la Alta Edad Media, fue un importante asentamiento bereber, lo que se refleja en el legado cultural de la zona. Tras la Reconquista cristiana, se construyó la Iglesia de la Asunción sobre los cimientos de una antigua mezquita árabe. Este templo, que combina elementos del románico y el gótico, es uno de los principales atractivos arquitectónicos del municipio.
Además, Albalate de las Nogueras cuenta con dos puentes de origen romano que siguen siendo una parte importante de su patrimonio histórico. Estos puentes, que sobreviven al paso del tiempo, son testigos de la importancia estratégica del municipio en épocas pasadas.
¿Qué te ha parecido la ruta del mimbre en Cuenca? ¿Te animas a realizarla?