Visita al atardecer de la bella Annecy
Mi trabajo en consultoría informática tiene muchos momentos duros de sacrificio, dedicación y gran desgaste psicológico. Pero otras veces me regala unas sorpresas maravillosas como es el conocer nuevos lugares. Eso es lo que me ha ocurrido con la bella Annecy, un lugar que he conocido gracias a mi trabajo y además de pura casualidad.
Hace un mes viajé nuevamente a Ginebra para un proyecto que resultó estar al sur de Ginebra. Tan, tan al sur que casi hacía frontera con Francia. Viajé con dos compañeros. El destino quiso que apenas quedasen hoteles en Ginebra y nos tuviesen que reservar hotel en Archamps, Francia. Cuando nos dirigimos a hacer el check-in en el hotel vi un cartel en la carretera que anunciaba el camino hacia Annecy. De casualidad apenas una semana antes había llegado hasta mis manos un artículo de Annecy en el que hablaban de ella como la Venecia de los Alpes y enseguida lo comenté a mis compañeros. Yo pensaba que estaría más lejos, pero cuál fue nuestra sorpresa cuando al buscar Annecy en Google Maps vimos que se encontraba a apenas media hora de nuestro hotel. No había mucho más que decir, estaba decidido que después de trabajar iríamos a pasar la tarde a Annecy.
Visita a la bella Annecy
De Archamps a Annecy
Nuestro agobio era llegar a Annecy antes de que fuera de noche y llegamos por los pelos, ya que aunque salimos de trabajar sobre las seis de la tarde, tardamos en llegar más de lo previsto. Habríamos llegado en poco más de media hora si no hubiésemos pillado atasco. No sé si sabes que hay muchísima gente que trabaja en Ginebra y vive en Francia. El motivo es que en Suiza se cobra más pero la vida es muy cara, y en estas ciudades suizas que hacen frontera con Francia la gente prefiere irse a vivir a Francia por ser mucho más barato. Esto provoca que en las idas y vueltas del trabajo se arman grandes atascos al cruzar la frontera. Quizás no por la frontera en sí ya que es como las fronteras actuales del espacio Schengen y no hay que parar, pero sí es cierto que se acumula un buen número de coches que deben pasar por la misma carretera para cruzar a Francia y de ahí surgen los atascos. Con todo eso, llegamos a Annecy poco antes de las 7 y aún nos dio tiempo a pasear por ella antes del anochecer.
Aparcar en Annecy
Para ahorrar tiempo a pie nos metimos en el centro de Annecy con el coche, algo que nos pareció muy mala idea porque parecía imposible aparcar, aunque tuvimos suerte y justo salió un coche y nos quedamos con su sitio. La zona era de aparcamiento de pago hasta las 7 de la tarde así que ya no tuvimos que pagar.
Visita al centro histórico
Durante el día habíamos leído algo de Annecy, lo justo ya que tuvimos poco tiempo al estar trabajando. Que tenía canales y por eso la llamaban la Venecia de los Alpes, «La Venise des Alpes» en francés. Poco más sabíamos, así que nos dejamos sorprender.
Enseguida nos internamos en el centro histórico donde encontramos edificios antiguos, arcos y calles empredadas y un pasadizo que no pudimos resistirnos a atravesar. Era el Passage de l’Île y nos dio acceso a esta preciosa estampa.
Todos los turistas que estábamos allí no pudimos evitar fotografiarnos junto a este estrecho puente repleto de flores sobre el río Thiou. Sin duda es uno de los lugares más fotografiados de Annecy.
Continuamos el camino y rodeamos uno de los edificios históricos que estaban a orillas del canal, el Palacio de la Isla, un palacio que ha sido prisión y hoy día se ha convertido en uno de los símbolos de Annecy. Es incluso uno de los monumentos más fotografiados de Francia. Salvando las distancias, me recordó al Puente del Museo de Nuremberg.
Continuamos disfrutando del paseo junto a la orilla del río Thiou y de los reflejos de los edificios sobre el agua, en este caso la Iglesia de San Francisco de Sales.
Yo no quise quedarme sin alguna foto junto a los canales de Annecy.
Y continuamos bordeando el río hasta que llegamos al Lago de Annecy. Yo al principio pensaba que el río desembocaba en el lago, pero resulta que es al revés. El Lago de Annecy expulsa su exceso de agua al río Thiou y al canal del Vassé, ambos en Annecy. Estábamos en los últimos minutos de día y la luz sobre el lago era muy bonita.
Nos hubiera encantado recorrer los más de 14 kilómetros del lago, pero como no disponíamos de tanto tiempo decidimos emprender el camino de vuelta para ver algún otro rincón de Annecy aún de día. Cruzamos por otro de sus puentes para regresar por la orilla de enfrente y pudimos ver ya encendidas las primeras luces de la ciudad.
Vimos la fachada de la Iglesia de San Francisco de Sales aunque no pudimos acceder al interior ya que estaba cerrada.
Y pudimos disfrutar de otra vista del Palacio de la Isla, iluminado, si cabe aún más bonito.
Volvimos a cruzar el río pero esta vez por el cuarto puente, el Puente Morens, ya que era el más cercano al castillo.
El castillo está en alto así que nos tocó subir unas cuantas escaleras para llegar hasta él. Aunque sólo pudimos verlo desde el exterior ya que había cerrado, sí vimos lo suficiente para poder afirmar que el Castillo de Annecy es una fortaleza enorme.
Nuestra cena en Annecy
Después de ver el castillo y con la ciudad de noche, sólo nos quedaba buscar algún restaurante para cenar. En la calle Faubourg Sainte-Claire encontramos muchos restaurantes y también la Torre del reloj en la Puerta Sainte Claire y otra antigua puerta medieval. La calle es muy bonita, pero por cierto cuidado no te pase como a mí que iba tan embelesada que terminé pisando una caca de perro. Cierto que no me la esperaba ahí en mitad de esa calle tan comercial.
Entre tantos restaurantes incluso encontramos un bar de tapas en Annecy, la Casa Santa Clara.
Tuvimos un debate para la cena y al final terminamos eligiendo la mejor pizzería de Annecy, Le Sapudia, que presume de realizar viajes frecuentes a Italia para traer productos auténticos. Nos pedimos 3 pizzas, cada una de un sabor diferente. Mis compañeros pidieron uno una cuatro quesos, otro la napolitana con anchoas y yo la calabrese con salami picante. Todos probamos de todas y las tres estaban deliciosas.
Buscando por internet qué comer en Annecy llegué hasta la heladería «Le glacier des Alpes», que decían tenía una variedad enorme de sabores y estaba considerada una de las mejores heladerías de Francia. Llegamos hasta ella pero nos quedamos algo decepcionados ya que antes habíamos pasado por otra, «Le palais de glaces», que nos resultó mucho más espectacular. Así que regresamos en búsqueda de esta otra.
Nos llamó muchísimo la atención ver todos estos helados en el mostrador. Mis compañeros terminaron pidiendo unos bombones helado, uno de chocolate y otro de fresa, y yo una tarrina de 2 sabores, plátano y rocher. Aunque el tiempo no acompañaba porque ya refrescaba y las manos se me estaban quedando heladas de sujetar la tarrina, desde luego estaba delicioso y me gustó comer en Annecy uno de los últimos helados del año.
Tras la cena, regresamos al coche por un camino diferente, y aún tuvimos tiempo de descubrir otros rincones preciosos de Annecy. Uno de ellos fue «l’écluse fleurie», la esclusa floral. Y también este precioso pórtico de la Annecy Luterie, que viene a ser un taller de instrumentos musicales.
También vimos otra iglesia, Iglesia de Notre-Dame-de-Liesse, que me pareció espectacular.
De Annecy a Archamps
El regreso de Annecy a Archamps lo hicimos por la nacional en lugar de la autopista, y se nos hizo algo pesado, por la poca luz y porque había muchos tramos de obra. A mitad del recorrido nos encontramos con un puente medieval enorme y paramos a verlo, aunque fuera de noche. Se trataba del «Pont de la Caille» o Puente de la Caille, originalmente llamado puente de Carlos Alberto. Es un puente colgante enorme que fue construido en el siglo XIX y que desde luego impresiona por sus dimensiones y su estilo.
Parecía que se podía atravesar, pero daba algo de impresión en la noche, ya que no se veía bien. Yo me quedé prácticamente al principio, y mis dos compañeros avanzaron un poco más. Uno se dio la vuelta al encontrar un pequeño agujero y el otro caminó un poco más. Regresamos a Archamps y soñamos con tener tiempo al día siguiente para volver a visitarlo de día, aunque no fue posible. Así que esperemos en uno de nuestros futuros viajes a Ginebra sí que podamos volver a la bella Annecy y al Pont de la Caille, y a ser posible de día.
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Que bien lo pasamos!!
Sí que pasamos una tarde muy divertida!! 🙂