Excursión en tren de nieve a la mina de amatistas Lampivaara
Una de las actividades más curiosas que realicé en Laponia fue a bordo de un llamado snowtrain o tren de nieve, una excursión en parte orientada a niños, pero que a los adultos también divierte y nos permitió disfrutar de la increíble naturaleza lapona, además de conocer por dentro la mina de amatistas Lampivaara.
Información práctica
Horarios de la mina de amatistas Lampivaara
Para subirte al tren de nieve que te transporta a la mina de amatistas, tiene dos salidas al día y tres posibles paradas de recogida de viajeros:
- Parada 1: centro de Luosto. Cuando yo la realicé, partía a 10:10, aunque después he visto que la han retrasado a 11:30.
- Parada 2: parking de Ukkoluosto, parte a 13:30.
- Parada 3: a mitad de la montaña de Ukkoluosto.
Por horario tuvimos que descartar el centro de Luosto, ya que la primera salida era la única que partía del centro, y no nos daba tiempo a llegar, ya que viajábamos desde Sinettä. También descartamos la tercera salida, ya que suponía subir hasta allí esquiando. Así que sólo nos quedaba la opción de la segunda parada.
Contactamos por mail con la página web oficial de Lampivaara ya que su mapa no era nada claro, y nos confirmaron que en coche la mejor opción era esta segunda parada, y que aunque no era difícil de encontrar, no aparecía en Google Maps. Así que intentamos llegar con tiempo para evitar problemas.
Compra de entradas de la mina de amatistas Lampivaara
Las entradas se pueden comprar por internet, o bien en la tienda de la mina de amatistas de Luosto. Dicen que es mejor comprarlo previamente por internet ya que sólo hay veinte plazas. Como nosotros no estábamos seguros de si llegaríamos a la hora indicada, decidimos arriesgarnos a comprarlas en tienda, y tuvimos suerte porque sí quedaban.
Ésta es la tienda en la que puedes comprar las entradas. Está en la calle Laukotie 2 del centro de Luosto (parada 1 del Pendolino). La verdad que es muy sencilla de encontrar, porque aparece a un lado de la carretera principal que atraviesa Luosto.
Tienda de la mina de amatistas
El precio de las entradas es 59 euros por persona si subes al Pendolino en la parada 1, y 49 euros si subes en la parada 2.
Cómo llegar a la mina de amatistas Lampivaara
Hasta la mina de amatistas no puedes llegar en coche, sino que debes realizarlo a bordo del tren de nieve Pendolino. Una vez que has llegado a la tienda, es bastante sencillo encontrar el punto de encuentro de la parada 2. Nosotros partimos hacia allí nada más comprar las entradas, aunque quedaba una hora para la salida y sólo estábamos a 2,5 kilómetros. Seguimos las indicaciones, tomando la misma carretera por la que veníamos, y la verdad que fue fácil llegar. Además a falta de 1 kilómetro ya anunciaban el desvío. En un primer cartel indicaban «Ametistikaivos Amethyst mine«, y en el segundo «Ukkoluosto«. En cinco minutos ya habíamos llegado al parking de la calle Ukkoluostontie.
Indicaciones al parking de Ukkoluosto
Nuestra visita a la mina de amatistas
Punto de inicio de la excursión
Al llegar al aparcamiento un grupo de elfos nos saludó de forma muy simpática. Entramos con el coche hasta donde no se podía avanzar más, y nos pusimos a esperar. Estábamos algo nerviosos pensando en si estaríamos en el lugar correcto, y nos tranquilizó encontrar un cartel con toda la información de la mina. Después nos enteramos que éste es exactamente el punto de encuentro de la salida 2, la del parking de Ukkoluosto.
Punto de inicio de excursión a la mina de amatistas
Una vez reconocido el terreno, nos dio tiempo a pasear por los alrededores, donde encontramos una de estas kotas que tanto me gustan.
El Pendolino
Enseguida empezamos a escuchar el ruido de un motor, y ante nuestros ojos apareció el famoso «Pendolino«. Resultó ser un vehículo especial de nieve similar a un quitanieves con dos pequeños vagones.
La pequeña escalera que se ve, la tuve que utilizar para subir al vagón. Las ruedas eran impresionantes, protegidas con una estructura que permitía avanzar por la nieve y no patinar, incluso en terrenos empinados como pudimos comprobar después.
Y el conductor también era imponente, un armario de dos metros con el aspecto típico que imaginas de un vikingo. Nos llamó la atención que nosotros a pesar de nuestras dos capas de guantes, incluyendo una térmica, llevábamos las manos congeladas, y él permanecía con sus manos al descubierto, y lo mejor de todo es que decía que no hacía frío.
Además este conductor lapón del Pendolino fue muy simpático, y se le notaba que tenía ganas de hablar con nosotros. Nos permitió hacer todo tipos de fotos y además sugirió que Antonio podía ir con él en la cabina para hacer el trayecto hasta la mina junto a él.
Ascenso a la mina de amatistas
La salida del Pendolino fue puntual, exactamente a las 13:30, con nueve personas a bordo. Yo iba sola en el primer vagón, y Antonio sentado en cabina al lado del conductor. Sólo seis personas más iban en el segundo vagón. La subida fue chulísima, con el Pendolino montaña arriba, increíble. Además a partir de un punto, comenzó a nevar, y fue alucinante.
A los veinte minutos hicimos una parada de quince minutos en una cabaña donde también se pueden comprar los tickets, beber o comprar algún souvenir. Lo más interesante era el exterior, en pleno corazón de un bosque lapón nevado. Y aunque estaba nevando y hacía muchísimo frío, disfrutamos, y mucho, del paisaje, y nos resultó peculiar encontrarnos a gente practicando esquí de fondo, ¡estas cosas en España no pasan!
Cabaña con bar de mina de amatistas
También aprovechamos para ir al baño, que no entendimos por qué se encontraba en otra cabaña. Lo mejor de todo es que para llegar hasta él, había que ir por un caminito estrecho nevado. Al salir me crucé con una mujer, y como parecía no haber mucho sitio, me entró la vena de la cortesía y sin pensarlo puso un pie fuera del camino. Mi pie, en lugar de tocar suelo, se deslizó entre la nieve esponjosa, y por un instante me asusté por la sensación de bajada no esperada. Terminé con más de la mitad de la pierna cubierta de nieve, pero podía haber sido peor. Aquí entendí por qué decían que en todo paseo por el bosque finlandés, no debes salirte de los caminos marcados.
Visita a la mina de amatistas Lampivaara
A las dos retomamos el viaje por quince minutos más. Al bajar del Pendolino nos esperaban dos guías. Uno se fue con las otras personas, que iban juntas, y otra guía con nosotros dos. Nos llevó por un paisaje espectacular hasta una cabaña donde nos repartió el famoso berry juice (zumo de bayas calientes) que tanto gusta a los lapones. Ardía cuando lo sirvieron, pero se agradecía para calentarse las manos con el vaso, y esperando unos minutos ya lo pudimos comenzar a tomar.
Nuestra guía nos dio toda clase de explicaciones de los diferentes tipos de cuarzos, e incluso vino con una muestra que nos permitió tocar y ver más de cerca con linterna. También nos contó que esta mina pertenecía a dos mil socios, y que incluso nosotros podríamos ser dueños de una parte de la mina pagando 150 euros.
Al contrario de lo que pensábamos, nos indicó que no se dedicaban a la explotación industrial, sino sólo a fabricar collares y otros adornos con las amatistas, que ofrecen principalmente a todo aquél que visita la mina.
Entrando en la mina de amatistas Lampivaara
Después de las explicaciones, salimos de la cabaña y nos dirigimos a una estructura diferente a todo lo que había conocido antes.
Escaleras para descender a la mina de amatistas Lampivaara
Llegamos a un espacio en el que la guía nos hizo elegir una herramienta, exactamente un pico, y nos puso a excavar. La verdad que eso no lo esperábamos, y nos reímos un montón. Se trataba de encontrar amatistas. He de decir que donde teníamos que picar no es donde lo hacen los mineros, y parecía algo preparado. Primero había que quitar rocas, y debajo poco a poco iban dejándose ver estos minerales entre tierra y piedrecitas. Llegué a encontrar unas diez, y aunque sólo fueron quince minutos, terminé cansada de tanto picar.
La guía nos dijo que nos podíamos quedar una amatista cada uno, así que elegí la más grande. Si queríamos el resto, teníamos que negociar el precio, pero la verdad, no estábamos interesados.
Después de salir de la mina, nos hicieron la visita de rigor a la tienda donde exponían sus amatistas, y ya sólo nos quedó volver a disfrutar de las vistas del bosque lapón antes de emprender camino de vuelta en el Pendolino.
El descenso fue increíble, seguía nevando y ya era totalmente de noche, aunque las luces del vehículo de nieve iluminaban muchísimo y gracias a ello podíamos seguir disfrutando de los árboles nevados.
Dos horas después de haber iniciado la excursión, llegábamos de nuevo al punto desde donde habíamos iniciado la actividad, y la verdad que nos dio mucha pena tener abandonar el Pendolino, ¡lo habíamos pasado como niños!