Laponia día 4: excursión de huskys, Rovaniemi y aurora boreal
Volvíamos a despertar en Rovaniemi, que permanecía nevado, y aunque nos seguía impactando parecía que ya nos estábamos acostumbrando a estos maravillosos paisajes blancos. Continuábamos muy ilusionados y además nos esperaba otro de los días grandes del viaje: la excursión con huskies. Aunque ésta no sería la única sorpresa del día…
Excursión en trineo de perros huskies
Otra vez tocaba madrugón. Menos mal que el día anterior nos habíamos quedado la ropa térmica, y así hoy ya aparecíamos vestidos en las oficinas de Lapland Safaris. ¿Qué era lo bueno de esto? Que nos permitió dormir un poco más. En lugar de estar a 8:45, llegamos un poco antes de las 9:15 en que partimos con el microbús.
Tras poco más de 10 minutos, nos internamos en el bosque finlandés y de repente comenzamos a escuchar cientos de ladridos, ¡estábamos cerca de la granja de huskys! A partir de aquí, fue todo muy rápido: nos recibieron los guías que participarían en la excursión, explicaron el funcionamiento del trineo, fuimos eligiendo cada pareja un trineo, y cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos «volando» entre los caminos de nieve. Y digo volando porque nada más soltar la cuerda del trineo, los huskys ellos solitos se lanzaron a la aventura, ¡y qué impresión! Fue alucinante, cogieron una velocidad increíble y parecía que no haríamos vida de ellos. Al principio costó, porque tienen mucha fuerza y muchas ganas de correr y correr, pero rápidamente nos hicimos con ellos.
La excursión fue divertidísima, algo que repetiría ahora mismo si pudiera, sin duda es una de las grandes experiencias que nos llevamos de Laponia. Sentir la velocidad, ya sea sentado en el trineo o de pie liderándolo. Al principio teníamos duda de si sería algo peligroso, después para nada, porque si bien es cierto que los perros comienzan a correr y correr y creo que si los hubiésemos dejado total libertad, habríamos salido volando en la primera curva, lo cierto es que desde el trineo vas controlando si corren más o menos, sobretodo en zonas en las que debes circular más despacio, y además los guías están en todas las curvas controlando que no haya vuelcos.
Pasaron cosas divertidas, por ejemplo, en nuestro trineo iban 5 huskys, y cada vez que parábamos, el perro del medio se revolcaba en la nieve, era realmente gracioso. Los dos huskys de atrás en cambio aún estando parados seguían tirando del trineo, eran los más jóvenes y de mayor fortaleza, y se notaba, eran realmente inquietos. De hecho en una de las paradas nos pilló despistados e incluso consiguieron mover nuestro trineo y girarse camino del trineo de atrás. Menos mal que los guías estuvieron atentos para echarnos un cable, y nos sirvió para echarnos unas risas por culpa de nuestros traviesos huskys. No hay mejor prueba de lo bien que lo pasamos, que estuvimos hora y cuarto a los mandos del trineo, y la verdad, se nos hizo cortísimo. Fue realmente emocionante, nos dio un subidón increíble, y también mucha pena al finalizar separarnos de nuestros 5 huskys.
Granja de huskies
Nada más terminar el paseo en huskys, nos hicieron pasar a esta cabaña para calentarnos junto al fuego. Hasta que no entramos en ella, no fuimos conscientes del frío que hacía fuera, o más bien, habíamos disfrutado tanto que habíamos olvidado que la temperatura exterior eran -11. Si añades la velocidad del trineo… ¡imagina qué rasca!
Todos entramos locos por acercarnos al fuego y además nos dieron un calentísimo zumo de bayas que nos supo delicioso.
Con el cuerpo ya templado, continuamos nuestra visita por la granja de huskys. Conocimos desde algunos cachorritos encantadores y traviesos hasta algunos perros ya más adultos y dóciles. De fondo no cesaba un hilo musical de miles de ladridos.
Éste por ejemplo era uno de los adultos, precioso y tan, tan bueno, que daba penita verlo atado, aunque si andaba suelto podría escaparse y sería peor para él.
Tarde en Rovaniemi
Al mediodía ya estábamos de vuelta en Rovaniemi, y teníamos la tarde libre. Improvisamos un paseo por la ciudad antes de comer, comenzando por el puente Jätkänkynttilä que ya conocíamos, pero esta vez lo veíamos de día.
El río Kemi estaba impresionante, con la ribera completamente nevada y el agua en gran parte congelado.
Pasamos por la iglesia luterana de Rovaniemi, también por verla de día, sin entrar al interior que ya conocíamos.
Y jamás imaginé que terminaríamos cruzando un paso a nivel completamente nevado.
Tras este paseo ya se hizo la hora de comer y elegimos uno de los mejores restaurantes de Rovaniemi: el restaurante Nili. Entramos para comer el típico plato de reno frito tradicional, y al final nos emocionamos y también pedimos solomillo de oso. El reno me gustó, aunque el plato entero era muchísimo y terminaba cansando. El oso me gustó bastante menos, me pareció algo duro y seco.
Decepción con la aurora boreal
Tras la comida nos fuimos a descansar al hotel, y para terminar la tarde o más bien noche, nos fuimos a cazar la aurora boreal, ya que en la oficina de turismo nos habían dicho que hoy era el gran día en que sí se podría ver. Nos habían recomendado también el sitio idóneo estando en Rovaniemi: el parque junto al museo Arktikum.
¿Y qué es lo que ocurrió? Pues que estuvimos desde 7:30 de la tarde hasta las 10:30, y esto es lo que conseguimos.
A simple vista, parece que vimos la aurora boreal, ¿verdad? Pues… diremos que esto es lo que captó nuestra cámara, pero nosotros a simple vista lo único que vimos fue una nube blanca luminosa, pero nada de verde. Además estaba tan lejos que no nos impactó nada.
Tras 3 horas esperando a ver si se hacía más grande y visible, al final nos fuimos decepcionadísimos pensando en lo poco que nos había gustado nuestra primera aurora boreal, y sin explicarnos cómo tenía tanta fama y por qué tantísima gente venía a los países nórdicos explícitamente para conocerlas. Y para colmo, mi cámara terminó así de congelada la pobre.
¡Qué desilusión! Y sin hacer mucho spoiler diré que… menos mal que días después sí que vimos una auténtica aurora boreal.
Bueno, pues nos quedamos esperando por la aurora boreal de verdad, por la vivencia, por que las fotos ya las vimos en su día y las tengo ahora aquí, a la izquierda de la pantalla. ¿Te creerás que lo que más me gustó del post es el momento de entrar en la cabaña, con menos 11º y tomar ese jugo de bayas junto al fuego y que destaques que estaba calentísimo? Pues así soy yo…
jaja está genial que te fijes en esos detalles. Esta mini aurora boreal fue un «ensayo», tres días después llegó la buena 😀
Mi más sincera y absoluta envidia!!!!
jaja, es espectacular! Ya lo vivirás algún día 😉