Dormir en un iglú de hielo en Laponia
Si hace algunas semanas te contaba cómo era la experiencia de dormir en un iglú de cristal en Laponia, hoy te cuento mis sensaciones de un sueño cumplido: dormir en un iglú de hielo en Laponia.
Los iglús de hielo en Laponia
Cómo es un iglú de hielo
Si pensamos en un iglú de hielo, automáticamente nos viene a la cabeza la imagen de un esquimal en un país muy frío junto a una construcción semicircular de bloques de nieve. La que ha sido la vivienda típica en el Ártico y en Alaska, hoy día se ha convertido en una de las experiencias más fascinantes que se pueden vivir en estas regiones. En mi caso fue en la Laponia finlandesa donde me sentí esquimal por un día.
Con temperaturas exteriores de hasta 40 ó 50 grados bajo cero, podría parecer una locura dormir en un hotel de hielo, pero nada que ver. En realidad la temperatura del iglú se suele mantener entre 1 y 6 grados bajo cero. Como además sobre las camas de hielo se colocan pieles, y se duerme dentro de un saco térmico, en realidad pasar una noche en un iglú de hielo es una actividad mucho más placentera de lo que los frioleros pudieran imaginar.
Habitación del Snow Village
Dónde puedo dormir en un iglú de hielo en Laponia
Cada vez hay más iglús de hielo que permiten sentir la experiencia de una noche bajo cero. Éstos son los mejores iglús de Laponia finlandesa o mejores hoteles de hielo, como se llaman ahora:
- Snow Village: comienzo por este iglú de Kittilä en el que nosotros nos alojamos. Además de estar a sólo 45 kilómetros del centro de esquí de Levi, dispone de bar de hielo, restaurante de hielo, capilla de hielo y tienda de souvenirs.
- Snowman World Igloo Hotel: está junto al Círculo Polar Ártico, a sólo 8 kilómetros del centro de Rovaniemi, y también tiene bar y restaurante esculpidos en hielo. Está dentro del pueblo de Papá Noel, y esto le convierte en uno de los más solicitados y caros.
- Arctic Snow Hotel: se encuentra en Sinettä a orillas de un lago, a sólo 26 kilómetros de Rovaniemi, en el mismo complejo del iglú de cristal en el que también dormimos una noche. Dispone de capilla, sauna de hielo, bar de hielo, 3 restaurantes de los cuales uno también es de hielo, y otro la típica kota lapona.
- Snow Hotel: se encuentra en Lumilinna, a medio kilómetro de Kemi. Todas las camas están cubiertas con piel de cordero y sacos de dormir con interior de lana. En este complejo también está el famoso castillo de nieve de Kemi, la capilla de nieve, varias esculturas con efectos de luz y la galería de piedras preciosas.
- Snow Igloo: en Kakslauttanen encontramos este hotel de hielo, dentro de un complejo en el que hay diversos tipos de alojamientos, como iglús de cristal espectaculares, chalets y casas tradicionales.
Iglú de hielo en Laponia: el Snow Village
Precio de un iglú de cristal en Laponia
Los precios de los iglús de hielo son muy variados en función de la situación y de la temporada, siendo en Navidades los precios más altos. Lo habitual es un rango entre 260 y 350 euros para dos personas, y en el caso de iglú familiar puede llegar a los 500 euros.
Mi experiencia en el iglú de hielo Snow Village de Kittilä
Llegada al Snow Village
Al igual que nos había ocurrido con el iglú de cristal, nos costó mucho encontrar el iglú de hielo. Parece que construyen estos alojamientos tan apartados de la civilización, que para el GPS resulta inexistente. Tuvimos que preguntar a un chico muy amable de una gasolinera, que llegó a dibujarnos un mapa, y gracias a él conseguimos llegar, a pesar de que los pocos carteles de la carretera estaban cubiertos de nieve.
Tras muchos kilómetros medio perdidos, por fin vimos un letrero del Snow Village, y nos llenó de entusiasmo encontrar el complejo. Esta bonita cabaña nos daba acceso a recepción.
Al entrar nos entró algo de desilusión y agobio, ya que en lugar de la recepción típica de un hotel, nos encontramos con una tienda de souvenirs masificada de turistas, hasta el punto de que no podías ni moverte. Al fondo, tras las decenas de turistas, se encontraba el mostrador que hacía las veces de caja de la tienda y recepción del hotel. Nosotros pensamos, ¿aquí vamos a dormir?
Horrorizados, intentamos hablar con alguna de las cajeras-recepcionistas, y tras minutos de espera, hicimos el check-in, y nos dijeron que esperásemos hasta las 9 de la noche, hora a la que comenzaba la visita guiada. Afortunadamente sólo nos quedaba media hora de espera, así que aprovechamos para matar el tiempo ojeando algunos de los productos que vendían.
Visita guiada al Snow Village
Con mucha expectación comenzamos la visita guiada a través de esta puerta que según indicaba daba acceso a «The chapel & snow rooms» (capilla y habitaciones de hielo).
En los cristales de la puerta también se podían leer estos dos carteles:
- Please, be aware of slippery surface – Por favor, cuidado que la superficie es resbaladiza
- Please, do not go on the beds – Por favor, no subir en las camas
Atravesamos la puerta que nos dio acceso a un pasillo de hielo, oscuro, e iluminado con algunos focos que daba un color azulado.
Al fondo de este primer pasillo, una capilla de hielo, con su altar y bancos de hielo incluidos, en los que llegamos a sentarnos mientras la guía nos daba algunas explicaciones, aunque enseguida empecé a notarme el pantalón mojado, y me levanté. Lo más sorprendente es que en esta capilla se celebran bodas, sobre todo de parejas extranjeras que buscan experiencias diferentes.
A partir de aquí comenzamos a encontrar una sucesión de habitaciones de hielo, cada una con una temática y colores diferentes, y a cada cuál más sorprendente y bonita.
Al final de las habitaciones se encontraba la salida del iglú de hielo, y un camino con focos que nos guió hasta el refugio, un edificio climatizado al que se podía acudir en caso de que lo pasásemos mal durante la noche. Por supuesto todos esperábamos no tener que utilizarla, aunque las palabras de la guía daban algo de impresión. También disponía de baño, ducha, y de un teléfono para llamar en caso de emergencia, que sería nuestro único posible contacto con el exterior.
El equipaje se podía dejar en el refugio, en la estancia común. Para los objetos de mayor valor, había taquillas. En nuestra propia habitación no podíamos dejar nada, ya que terminaría mojado a causa del propio hielo.
Camino del iglú de hielo al refugio
Al regresar a la tienda, toda la gente que había antes, misteriosamente había desaparecido. Parece ser que cada día llegan cientos de turistas para conocer los iglús de hielo, y beber o comer en él. Pero a las diez de la noche la tienda cierra, y sólo permiten la estancia a los que van a pernoctar en el iglú de hielo.
Bar y restaurante de hielo
La visita guiada finalizó en el restaurante de hielo y el bar de hielo en el que nos sirvieron un chocolate caliente en el típico tazón lapón de madera. Estando tan caliente, y con el frío que hacía, nos supo más rico que nada. Además aprovechamos para cenar. La verdad que tiene un precio algo alto, pero pensamos que un día es un día, y además tampoco había otro lugar para cenar en los alrededores. Y como no sabíamos cuándo volveríamos a tener otra oportunidad de cenar en un restaurante de hielo en Laponia, decidimos que era una experiencia que no se debía escapar. Desde luego el restaurante era tan bonito y atípico, que merece la pena te cuente todos los detalles en otro artículo.
Restaurante de hielo del Snow Village
Nuestra habitación de hielo
Nada más cenar, dejamos la mayoría del equipaje y objetos de valor en una taquilla, y lo básico para pasar la noche en el refugio. También cogimos uno de los sacos de dormir. A las doce de la noche cerraban la puerta de entrada desde la tienda, y hasta el día siguiente no podríamos «escapar», ni coger lo que tuviéramos en la taquilla, sólo lo del refugio. Hicimos algunas fotos de todas las estancias, y pronto nos fuimos a nuestra preciosa habitación.
Pasando la noche en nuestro iglú de hielo
La guía nos había dado algunos consejos para pasar bien la noche. Uno de ellos era no llegar con frío a la habitación. Así que estuvimos abrigados hasta que decidimos que era el momento de dormir. En ese instante nos pusimos el pijama en el refugio, y corrimos con el saco a nuestra habitación. El desafío consistía en meterse dentro del saco sin tocar apenas el hielo, sólo el colchón. Y casi, casi, lo conseguimos.
Los primeros minutos dentro del saco me resultaron algo agobiantes. Además estaba tan ilusionada, que no me apetecía dormir. Mirar a mi alrededor y ver las paredes de hielo, me resultaba fascinante. Quería aprovechar cada minuto de aquella noche. Pero pronto tuvimos que meter la cabeza dentro del saco, ya que el frío comenzaba a sentirse por la cara, como si estuviéramos dentro de un congelador. Y sin apenas darme cuenta, cerca de la 1 de la madrugada, me quedé dormida.
Despertar en nuestro iglú de hielo
Sentí estar entre sueños cuando escuché una vocecita dulce que pronunciaba estas palabras:
«Good morning, this is your wake-up call»
Creo que lo dijo más de una vez, y al final saqué mi cabeza del saco y me encontré a una joven lapona que me sonreía y me ofrecía el típico zumo de bayas caliente que tanto gusta por esta región. Recordé que nos habían preguntado a qué hora nos querríamos despertar, y dijimos que a las 8. Allí estaba mi despertador.
¿Ya eran las 8? Sí. La noche se me había pasado volando. Lo más sorprendente de todo es que antes de viajar a Laponia me daba pánico aquella noche, por el frío, por si no lo podíamos aguantar. Y al final había dormido de un tirón, y casi mejor que otros días. Nos quedamos aún algún rato en el iglú, disfrutando de los últimos minutos, y comentando cómo nos habíamos sentido. Antonio decía que había pasado algo de frío; yo por el contrario me había sentido en el paraíso. ¡Repetiría otra noche sin dudarlo!
Pasado un rato nos levantamos, nos aseamos en el refugio, y después a desayunar. Por cierto, a la hora de hacer el check-out nos entregaron este diploma que certifica que sobrevivimos a una noche en el Círculo Polar Ártico durmiendo a 4 grados bajo cero.
Lo mejor y peor del Snow Village
Se me ocurren muchos motivos por los que yo recomendaría dormir en el Snow Village. Los principales:
- Vivir la experiencia: dormir dentro de una construcción de hielo, y sobre una cama de hielo, me parece una experiencia impresionante. No te imaginas la de sensaciones que sentí.
- Las habitaciones: son preciosas. Cada habitación es temática, diferente y con un estilo muy cuidado.
- Restaurante de hielo: la comida está deliciosa y cenar en la mesa y bancos de hielo es algo muy divertido.
Aunque el balance general es muy positivo, sí que hubo algunos detalles del Snow Village que no me gustaron, y que bajo mi punto de vista deberían mejorar:
- Falta de personal por la noche: a las doce de la noche todos los empleados del hotel de hielo desaparecen. Te avisan de que si necesitas algo, hay un teléfono de emergencia en el refugio. Igualmente creo que con el precio que tienen las habitaciones, no estaría de más dejar al menos a una persona, de cara a emergencias.
- Sincronización entre la visita guiada y el restaurante: aunque en un primer momento nos dijeron que tras la visita guiada daba tiempo a cenar, la verdad que al final no era así, y tuvimos que «llorarles» para que nos aceptaran en el restaurante.
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Uauuuu, que pasada de experiencia. Parece todo tan mágico ;-). Lo que no sé si yo que padezco de claustrofobía podría pasar una noche tranquila aquí.
Las fotos son preciosas y a veces parecen futuristas 🙂 Mira que le tengo ganas a Laponia, pero no sé si sería capaz de vivir esta aventura!
Un abrazo Cris
Eva
¡Es todo mágico! Yo tenía algo de miedo por la temperatura. Por la claustrofobia, no te creas que es pequeño, he estado en habitaciones de hotel que eran más pequeñas que mi iglú jaja.
Un saludo Eva, y ojalá algún día lea que habéis visitado Laponia, os encantará.
Oí hablar de estos hoteles de hielo de Laponia hace ya algunos años. Veo que no fue una idea pasajera y que han aparecido otros. La verdad es que tengo muchas ganas de vivir esta experiencia.
Muchas gracias
GranPumuki
Es una experiencia muy bonita la verdad. Yo creo que os gustaría. Un saludo!