Carouge, el barrio italiano de Ginebra
La primera vez que escuché hablar de Carouge fue revisando el folleto de las actividades incluidas dentro de la Geneva Pass. Hablaban de Carouge como el barrio italiano y más bohemio de Ginebra. Y en la oficina de turismo nos recomendaron la visita guiada a Carouge que sólo se realiza los sábados, que es el día de mercado. No me dio tiempo a conocerlo en mi primer viaje a Ginebra pero sí pude visitarlo en el segundo viaje, un mes después. Eso sí, sin mercado, ya que fue entre semana y por la tarde. Aquí te dejo mi visita a Carouge.
Nuestra visita al Viejo Carouge
Esta vez estaba con mi compañero Javi, el que ha escrito alguna vez en el blog para contarnos su viaje en globo por Segovia o cómo son lo patios de Córdoba de Cañete de Las Torres. Estábamos en un proyecto en la zona de Plan-les-Ouates, que es una comuna de Ginebra de la zona sur, relativamente cercana a Carouge.
Salimos de trabajar sobre las 6, hicimos una parada rápida en el hotel para dejar el portátil, ponernos ropa más cómoda y coger la cámara, y ya nos fuimos a la parada de autobús. Uno de los motivos de elegir la visita a Carouge es que había autobús directo desde nuestro hotel, con lo que nos daría tiempo a llegar relativamente rápido, en apenas 15 minutos. De hecho a las 7 de la tarde ya estábamos paseando por Carouge. Al ser septiembre, aún disponíamos de más de una hora de luz que debíamos aprovechar bien.
El barrio italiano de Ginebra
Aunque se dice que Carouge es el barrio italiano de Ginebra, en origen fue una ciudad sarda, del Reino de Cerdeña, del siglo XVIII. Después fue entregado a Suiza y se convirtió en una comuna del cantón de Ginebra. De esto nos fuimos enterando sobre la marcha. De hecho pensábamos que todo el barrio-ciudad sería turístico, pero sólo lo es la parte antigua, la llamada Viejo Carouge.
Llegar hasta el Viejo Carouge fue muy fácil puesto que el autobús nos dejó en la entrada al antiguo barrio de Carouge. Te dejo un mapa con el recorrido que hicimos en Carouge:
Plaza Rondeau
La Place du Rondeau es el punto de entrada al viejo Carouge accediendo por el sur. Es una plaza parcialmente ajardinada y algo ruidosa por la confluencia de varias calles, tranvías y autobuses.
El panorama cambió al tomar la rue Ancienne, cuando vimos aparecer el encanto de las edificaciones clásicas e italianas que habíamos leído.
También apareció la primera de las fuentes de Blavignac, unas fuentes históricas del siglo XIX que se usaban para suministrar agua a los habitantes de Carouge, y que reciben el nombre de su arquitecto, el suizo Jean-Daniel Blavignac.
Iglesia de la Santa Cruz
En menos de diez minutos apareció ante nuestros ojos la iglesia de Carouge, del siglo XVIII y diseño del arquitecto italiano Giuseppe Battista Piazenza, piamontés para más señas. Enfrente de la iglesia, el busto de Moïse Vautier, político y Consejero de Estado durante 31 años, nacido en Ginebra.
El nombre de la iglesia es Église Sainte-Croix, la Iglesia de la Santa Cruz, de religión católica romana. Fue declarada monumento histórico en 1923. Tras su fachada modesta encontramos algunos rincones bonitos en su interior. Precioso ver su nave central con el órgano histórico.
Preciosas también sus vidrieras.
Aunque el rinconcito que más nos sorprendió fue esta especie de cueva con la imagen de la virgen.
Plaza del Mercado
Enfrente de la iglesia encontramos la Plaza del Mercado, Place du Marché, ese lugar que imaginamos de gran bullicio cada miércoles y sábado por la mañana, cuando es día de mercado, pero que durante nuestra visita se encontraba silenciosa y solitaria. Los días de mercado encuentras puestos de artesanía, comida y flores. Nos hubiera encantado conocerlo y comprar algunas de sus delicias locales. Será la próxima vez.
El silencio sólo lo rompía ligeramente la terraza de un bar y los hilillos de agua que caían de la segunda fuente de Blavignac. Esta fuente de la Plaza del Mercado es la más monumental de las fuentes de Blavignac, y está dedicada al río Arve, el río que bordea Carouge y que dos kilómetros más adelante desemboca en el río Ródano ya en Ginebra.
Anduvimos por la Plaza del Mercado y sus alrededores, y encontramos algunas casas con patios y porches ajardinados.
Plaza del Templo
Y llegamos a la Place du Temple, donde encontramos la tercera fuente de Blavignac, fácilmente reconocible por sus quimeras en forma de dragones.
Plaza de Charmettes
Y pocos metros más adelante, en la Place des Charmettes, encontramos la cuarta y última fuente de Blavignac. Me pareció menos bonita que las otras dos, y aparece enfrente de la Iglesia Evangélica Bautista de Carouge.
En los alrededores de esta plaza encontramos el Museo de Carouge, al que no entramos porque ya estaba cerrado, y alguna fachada que nos llamó muchísimo la atención, como la Galerie Annick Zufferey, que nos pareció una mansión espectacular. Intentamos acceder al interior pero parecía ya cerrada.
También nos llamó la atención esta ventana verde con la llave gigante iluminada, que creíamos sería un hotel pero resultó ser una cerrajería. Me pareció súper original y bonita.
Carouge de noche
Eran ya las ocho, casi de noche y las primeras luces aparecían en Carouge. Por suerte pensábamos que ya habíamos visitado lo más importante de Carouge. Nos dio tiempo a volver a repetir algunos de los lugares, y en una de estas vueltas terminamos en la calle Saint-Joseph, una bonita calle engalanada en la que encontramos algunas curiosidades, como un cine con un póster de Maradona porque parecía proyectaban no sé si películoa o documental del futbolista argentino.
También fue curioso encontrar algunos juegos pintados en el suelo, como el trueque o un laberinto por el que yo, como si fuera una niña, no me resistí a jugar, casi más por hacer el tonto con mi compañero que otra cosa, como podeis ver en el video que él me grabó.
Fuente de las Torres
Decidimos coger el autobús de vuelta en una parada diferente y así llegamos hasta el Carouge moderno, donde encontramos esta curiosa fuente en la que algunos se atrevían a llegar gracias al camino de baldosas que te lleva hasta el centro. De hecho mi compañero se atrevió, pero yo no, por miedo a caer al agua.
Esta fuente parece que también hace de medio piscina pequeña en verano, aunque ponía que no tenía vigilancia y que se vigilara a los niños. Después leí que incluso se iban a plantear poner menor la altura del agua y protegerlo, porque podía ser algo peligroso para los niños.
Unos metros más adelante ya encontramos la parada del autobús y pusimos rumbo a nuestro hotel.