Comer en Laponia: cena en una kota finlandesa
Si has viajado a Laponia seguramente tienes claro lo que es una kota. Para los que no conocéis Laponia os contaré que las kotas son las viviendas típicas de los habitantes de Laponia, los samis. Y aunque es cierto que estas típicas cabañas laponas no tienen en la actualidad el mismo uso que tuvieron antaño, sí que continúan apareciendo en cada rincón de Laponia y despiertan la curiosidad de todos los que visitamos esta región.
Cena en una kota finlandesa del Arctic Glass Igloos
En mi viaje a la Laponia finlandesa no fue posible dormir en una kota, algo que me hubiera encantado, pero sí conseguí al menos disfrutar de una deliciosa cena y velada. Fue el día que nos alojamos en el Arctic Glass Igloos de Sinettä, en los alrededores de Rovaniemi. Aquel día cumplí dos sueños: dormir en un iglú de cristal y cenar en una kota finlandesa. La experiencia fue gratificante y mucho mejor de lo que había imaginado.
El menú
El restaurante kota formaba parte del complejo del Arctic Glass Igloos. Al hacer check-in en recepción nos informaron de la posibilidad de cenar en su kota. La cena consistía en un menú de 3 platos:
- Entrante: sopa de champiñones
- Plato principal: a elegir entre salmón, reno o pastel de vegetales
- Postre: manzana asada con un toque de sirope y salsa de vainilla
El precio era 40 euros por adulto y 30 euros por niño, con las bebidas aparte. No dudamos ni un segundo en aceptar la propuesta, y nos apuntaron para la reserva de las 20:30, que era la hora fijada para la cena.
Paseo fotográfico antes de cenar
Antes de cenar disfrutamos de un paseo fotográfico por los alrededores del Arctic Glass Igloos. Había un enorme lago helado donde los colores del cielo ártico se mostraban impresionantes a pesar de ser de noche y estar nublado. Media hora antes de la hora establecida para la cena ya nos dirigimos a la kota. Estábamos impacientes.
Nuestra cena en una kota finlandesa
Había dos kotas juntas aunque fue fácil imaginar en la que cenaríamos, ya que sólo una de ellas desprendía una fina nube de humo de su chimenea y además tenía las luces encendidas. Entramos en la kota sin saber muy bien qué encontraríamos y nos sorprendió su interior tan acogedor, con bancos y mesas de madera, y un horno de leña en el centro con el fuego ya encendido. Se sentía un ambiente muy íntimo.
Parece que no éramos los únicos impacientes ya que cuando entramos ya había una pareja japonesa sentada. A los pocos minutos llegó otra pareja y no hubo más comensales. Así que se convirtió en una cena bastante íntima para seis. Sólo quedaba por llegar una chica joven, vestida con ropa de esquí y actitud muy tranquila, que iba a ser nuestra cocinera y camarera durante toda la velada.
Camarera del Arctic Glass Igloos
Nada más aparecer comenzó a colocar 7 pedazos de salmón en la parrilla y una olla en la parte alta de la chimenea. Después supimos que en la olla había traído la sopa de champiñones y la colocó precisamente en ese lugar para que no se enfriara.
Enseguida nos colocó los cubiertos, de madera, y un pan delicioso tipo baguette. Nos sirvió la bebida en un cuenco típico lapón, también de madera. Creo que no había comido nunca con vajilla y cubertería que fuese completamente de madera. Me resultó todo muy divertido.
Vajilla y cubertería de madera
A continuación sirvió el primer plato, sopa de champiñones con picatostes. He de decir que para no ser yo demasiado fan de las sopas, estaba verdaderamente deliciosa y no dejamos ni una gota.
El salmón se había ido cocinando lentamente con el humo y cuando terminamos la sopa ya estaba listo. Nos sirvió el salmón acompañado de una patata asada y ensalada. Por cierto, yo había elegido primero reno, ya que el pescado y yo no éramos muy amigos. Pero no les quedaba reno, y como el pastel de vegetales no me llamaba tampoco mucho la atención, al final opté por probar este salmón lapón, cruzando los dedos para que me gustara. Fue la decisión más acertada que pude tomar.
El salmón me pareció espectacular. Estaba increíblemente delicioso y además no tenía ni una espina. Fíjate cómo fue el impacto de este plato, que pensé que sólo por probar ese salmón ya había merecido la pena el viaje a Laponia.
Para finalizar, el postre, los trozos de manzana asada. La verdad que no nos gustó mucho. Tampoco nos gustó que las bebidas se pagasen aparte del menú. Aún así salí del restaurante pensando que quería repetir esa cena antes de mi vuelta a España, exclusivamente por el salmón, aunque luego no fue posible, y pasé todo el resto del viaje recordando y salivando cada vez que pensaba en ese salmón. ¿Cuándo volveré a probarlo?
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Hola.
Me encantaría poder cenar en una kota como la experiencia que tuviste, no sé si es necesario estar alojado en el establecimiento para poder cenar o puedo reservar la cena aparte y dónde me puedo poner en contacto con el establecimiento?
Muchas gracias
Hola! La experiencia es total. Puedes enviar un mail a ver qué te dicen. En esta página vienen sus datos: https://arcticsnowhotel.fi/info/
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