Selva Negra día 6: Lago Mummelsee, Oppenau, Offenburg, Gengenbach
Lago Mummelsee
Nos despertamos en la gasthaus de Baden-Baden relajadísimos. Tras el baño de la noche anterior en sus termas, el relax perduraba. Nos venía bien porque hoy nos esperaban muchas paradas hasta llegar a nuestro destino final en Gengenbach. Salimos de Baden-Baden hacia el puerto de montaña que nos llevaría al Lago Mummelsee (Mummelseedorf Seebach), un lago que ha dado juego a múltiples leyendas. Las vistas en este ascenso eran magníficas, no olvidemos que estábamos en pleno corazón de la Selva Negra, e íbamos todo el trayecto totalmente rodeados de frondosa vegetación. Al llegar al lago y salir del coche sentimos bastante aire frío. Estábamos a una altitud de 1029 metros. Aunque el lago no es muy grande, el entorno es bonito y es su lago glaciar más alto, además de ser zona de paso en la carretera alta de la Selva Negra.
Alrededor del lago hay una tienda con todo tipo de relojes de cuco en el que estuvimos curioseando y también nos llamó muchísimo la atención una capilla super moderna, la capilla St. Michael, con un interior repleto de vidrieras.
Vidrieras Capilla St. Michael en Lago Mummelsee
Oppenau
Durante el ascenso hasta Mummelsee habíamos estado algo preocupados poque el coche empezó a consumir gasolina de forma exagerada y no aparecía ninguna gasolinera por estos parajes. Por suerte conseguimos llegar hasta el lago y a partir de aquí iniciamos descenso. Afortunadamente el consumo descendió. Sin que nos sobrara mucha gasolina conseguimos llegar hasta la ciudad medieval de Oppenau, entrando por su antigua puerta medieval.
En la carretera que descendía hasta Oppenau nos encontramos con estas maravillosas ruinas de la Abadía de Todos los Santos y no pudimos evitar las ganas de parar, ¡mira que me gustan estos edificios en ruinas! Me gustan incluso más que si estuviesen perfectamente restaurados, ¿no os parece que desprende un aura de misterio?
Ruinas Abadía de Todos los Santos
Lautenbach, Oberkirch y Durbach
La verdad es que todo el descenso desde Mummelsee nos fuimos encontrando con pequeños pueblitos muy bonitos como Lautenbach, Oberkirch o Durbach, que nos recordaban en gran parte el estilo de pueblos de Alsacia con casas de entramado de madera como las típicas alsacianas, balcones floridos, ríos estilo canales y rodeados de viñedos. Esta zona de la Selva Negra nos pareció de las más bonitas de todo el viaje, pueblos ideales para pasar unos días y desconectar del mundo.
Offenburg y Ortenberg
Pero nosotros debíamos continuar ya que teníamos reservado un hotel en Gengenbach, así que continuamos camino hasta Offenburg, ya más ciudad con universidad, estación de tren y hasta algo de tráfico. La utilizamos sólo como zona de paso y para comprar unas riquísimas curry-wurst (salchichas de curry) en uno de los puestos típicos alemanes.
Ni siquiera comimos las salchichas en Offenburg sino que continuamos hasta el tranquilo Ortenberg donde disfrutamos de las deliciosas salchichas y de la tranquilidad que se respiraba en el lugar desde uno de sus parques. Ortenberg además estaba a sólo 10 minutos de nuestro hotel en Gengenbach. En lo alto de Ortenberg hay una fortaleza.
Gengenbach
Tuvimos algún problema para llegar hasta nuestro hotel ya que estaba al otro lado del río Kinzig y el puente de acceso hasta allí estaba cortado. Buscando un lugar para cruzar terminamos por salirnos de Gengenbach un par de kilómetros hasta que pudimos dar la vuelta. Sólo tras preguntar conseguimos encontrar un túnel que pasaba por debajo de las vías de tren y del río, y que ya nos dejaba muy cerca del hotel.
En el hotel tuvimos un pequeño malentendido. Lo habíamos seleccionado además de su buen precio porque ofrecía bicicletas gratis y nosotros teníamos el capricho de pasear en bicicleta por la Selva Negra. Una vez allí preguntamos en recepción y nos dieron un papel para entregar en la oficina de turismo con el que se supone retiraríamos las bicicletas. En la oficina de turismo se alquilaban, pero de gratuitas nada, así que nos quedamos con cara de tontos y por no volver otra vez hasta el hotel ya que sólo supondría perder nuestro tiempo, al final lo dejamos así. Preguntamos precios en otra tienda de alquiler de bicicletas y como las alquilaban por día la verdad que se nos pasaba un poco de presupuesto ya que sólo estaríamos un par de horas esa tarde con ellas. Así que al final nos quedamos con las ganas y una gran decepción.
Una vez sobrepuestos de la decepción de las bicicletas la tarde se solucionó paseando por Gengenbach. Nos encontramos un pueblo de cuento, precioso, por el que simplemente pasear era una auténtica delicia. Simplemente nos dedicamos a disfrutar del paseo sin ni siquiera seguir un mapa. Fuimos tras nuestro instinto que nos fue adentrando en calles cada vez más bonitas.
No me extraña que muchos digan que es el pueblo más bonito de Alemania. Yo no me atrevo a decir tanto porque he conocido otros también muy bonitos, pero sin duda ocupa puestos altos. Con amplias zonas ajardinadas, varias torres y puertas medievales, casas de entramado de madera y coloridas, balcones floridos y edificios con bonitos dibujos en las fachadas. Por su belleza ha sido seleccionada como escenario de varias películas.
Edificio con dibujos en Gengenbach
Cuando anocheció, y para poner la guinda al día, empezamos a buscar un restaurante. Hoy nos apetecía cenar bien, y Gengenbach era el sitio. Encontramos muchos con muy buena pinta. Sobre todo nos gustaron los que encontramos escondidos en un patio e iluminados con velas. Entre ellos elegimos Winzerstüble, un restaurante típico típico alemán donde comimos varios tipos de carne de cerdo fileteada y que estaban realmente ricos. Sin duda Gengenbach de lo mejor hasta ahora de la Selva Negra, ¿qué nos depararía el día siguiente?
Qué bien cuidadas esas ruinas y qué limpísimo el suelo y alrededores… una ruina no tiene que ser sinónimo de dejadez y abandono… Me quedo con las ganas de ver esa carne loncheada de cerdo, ejem!
Para mí de las ruinas lo que sobran son la casa amarilla y resto de casas a la izquierda. Sí un fallo no fotografiar la carne fileteada que comimos en Gengenbach 😉