Cosas que nunca olvidaré del viaje a Malta
Acabo de regresar del viaje a Malta y tengo unas sensaciones encontradas, ya que por un lado he encontrado rincones muy bonitos que merecen la pena una visita, y por otro en general el país me ha resultado feo, y por qué no decirlo, me ha decepcionado. No es un país al que volvería en un corto ni medio plazo, pero sí estoy contenta de haberlo conocido, y considero que hay que visitarlo al menos una vez en la vida.
Como ya es habitual tras mis viajes, hoy recopilo todo aquello que más me ha marcado tanto positiva como negativamente, y os cuento aquellas cosas que nunca olvidaré del viaje a Malta.
15 cosas que nunca olvidaré del viaje a Malta
- 1. Amanecer de Birzebbuga
- Los amaneceres más bonitos de la isla los vivimos en el hotel Water’s Edge de Birzebbuga. Teníamos un balcón con vistas al mar, y desde la propia cama podíamos disfrutar del amanecer frente al puerto industrial y la playa Pretty Bay.
- 2. La mala experiencia con el coche de alquiler
- No es la primera vez que tenemos problemas, pero lo de esta vez nos ha llevado al punto de no volver a contratar un coche de alquiler con Goldcar. Siempre nos terminan metiendo algún suplemento al recogerlo, y esta vez el personal de la oficina del aeropuerto nos obligó a pagar un extra de 150 euros alegando que era obligatorio contratar su seguro Súper Relax. Se nos quedó cara de tontos, y aún hoy estoy peleando que me devuelvan algo que sé que no me van a devolver.
- 3. La conducción en Malta
- Nunca olvidaremos que Malta fue el primer lugar en el que condujimos por la izquierda. Para colmo, las carreteras son muy malas, y los malteses tienen una conducción un tanto agresiva. Todo hizo que nos resultara bastante estresante, porque la tentación de trasladarte al carril derecho es enorme, y hasta el último día nos equivocábamos alguna vez. Lo más extraño de todo es circular por las rotondas al revés. Afortunadamente no tuvimos ningún percance. Lo más positivo de todo es que no hay demasiado tráfico, y una vez pasados los primeros sustos, incluso resulta divertido.
- 4. Nuestra primera cena en Malta
- Recién aterrizados de noche, decidimos ir en taxi hasta el hotel, y ya al día siguiente alquilar un coche. El taxista nos paró en una plaza e insistía en que nuestro hotel era aquel local en el que sólo alcanzábamos a ver rótulos de un restaurante chino. Con mucha desconfianza abandonamos el taxi, y entramos al restaurante, que finalmente no resultó chino, sino de comida maltesa. Desde el restaurante gestionaban unos pisos que ellos llamaban hotel, y aunque todo parecía un poco extraño e incluso algo cutre, nuestra cena se convirtió en la mejor comida de todo el viaje a Malta. Cenamos el pan típico maltés con tomate, spaghetti frutti di mare y caballa. Todo realmente delicioso. Y en general todo el pescado y marisco que comimos durante todo el viaje, estuvo muy rico.
- 5. Mdina
- Para mí, Mdina es sin duda la ciudad más bonita de Malta. Se trata de una ciudad amurallada en lo alto de una colina, y que en la antigüedad fue la capital de Malta. Está llena de palacios y edificios religiosos, toda la ciudad conserva un estilo uniforme y muy cuidado, y pasear entre sus calles te transporta a otra época.
- 6. Barracones de inmigrantes
- El único autobús que cogimos fue para ir desde el primer hotel hasta el aeropuerto, donde teníamos reservado el coche de alquiler. En una de las paradas anteriores al aeropuerto vi correr a decenas de inmigrantes africanos que salían de barracones de casas prefabricadas en un descampado. Me impresionó tanto porque parecía un gueto, como por verlos a todos correr con gran apuro para no perder el autobús, imagino para ir a trabajar. La verdad que fue bastante chocante…
- 7. La aridez del terreno y todos los pueblos iguales
- Me sorprendió, para mal, lo árido que es todo este país maltés. Quizás porque las últimas islas que he visitado resaltaban por su vegetación y el predominio del color verde, me había imaginado que Malta sería así, pero no lo es. En su lugar, la isla tiene kilómetros y kilómetros de terreno seco, lo que unido a las altas temperaturas, lo hace poco agradable de recorrer. Tan sólo encontramos un parque nacional, que visitamos y resultó ser un pequeño bosquecillo con merendero, bastante lejos de lo que consideramos parque nacional. De hecho, ni bajamos del coche para conocerlo. A esto se unía la sensación de que exceptuando La Valeta, Mdina y Victoria, todos los demás pueblos y ciudades son prácticamente iguales. Si te sueltan en una calle de cualquiera de ellos, no sabrías diferenciar. Y al final esto provocó que el país nos resultase muy monótono.
- 8. Las iglesias
- Algo que me ha gustado muchísimo de Malta son sus iglesias. Además, cualquier pueblito maltés tiene una iglesia que llama la atención, quizás sólo por ser diferentes a las que conocemos, pero me resultaron muy llamativas. Entre mis favoritas, el santuario de Ta Pinu en Gozo, la iglesia Rotunda de Mosta y la catedral de San Pablo en Mdina.
- 9. Gasolineras que no aceptan tarjetas de crédito
- El tema de la tarjeta de crédito nos traía de cabeza ya que en muchos establecimientos sólo aceptaban dinero en efectivo, y por supuesto sin ningún tipo de ticket. Los malteses son muy pillos. Esto nos ocurrió con hoteles, restaurantes, tiendas… lo más increíble fue cuando recorrimos una gasolinera tras otra, y sólo permitían efectivo. Después hablando con el conserje del hotel, nos dijo que no, no se acepta. Me parece un auténtico atraso hoy día.
- 10. La navegación a Gozo
- Como apasionada de los viajes en barco, que no realizo tanto como me gustaría, no podía perder la oportunidad de navegar a la isla de Gozo. Esperaba con ganas enormes que llegase ese día, y la espera mereció la pena. El ferry me recordó a los que conocí en los fiordos noruegos y lago Constanza, aunque en este caso el paisaje era totalmente diferente. El mar Mediterráneo, muy azul, y en calma a pesar del fuerte viento que soplaba en la cubierta del barco. Y al final de la travesía, una entrada espectacular en el bonito puerto de Mgarr, en la isla de Gozo.
- 11. Lo malas que son las playas de Malta
- Pensaba que Malta era un destino de sol y playa, y para mi gusto sólo puede presumir de lo primero. Sol y calor, tiene para aburrir, pero las playas dejan mucho que desear. Son pequeñas y con piedras, lo que hace que los baños que me di en estas aguas, realmente no las disfruté como debiera, y eso que fui a las que me dijeron eran las mejores…
- 12. Pasear por La Valeta
- Dejamos para el penúltimo día de viaje la visita a la capital de Malta, porque pensábamos que sería parecida a lo que ya habíamos conocido. Sí es parecida, pero La Valeta es majestuosa, y pasear por ella me dio uno de los mejores momentos de todo el viaje a Malta. Para muestra que pensábamos estar sólo un par de horas, y al final dedicamos todo el día.
- 13. El precio de la entrada al Hypogeum
- Este lugar es exclusivo por ser el único templo subterráneo prehistórico conocido. Pero de ahí, a cobrar 40 euros de entrada por persona, me parece que es algo desorbitado. Nosotros no entramos porque hay muy pocas entradas al día, y tienes que reservar con tiempo, pero el precio ya me parece un motivo suficiente para descartar su visita, salvo que seas especialmente aficionado a la historia y arqueología. En nuestro caso, nos resultó suficiente la visita a los templos Hagar Quim y Mnajdra, por 10 euros.
- 14. La multa en Sliema
- Una mañana nos encontramos con una multa por aparcamiento en Sliema. La estamos reclamando, ya que nos la pusieron a las 8:20 de la mañana, y la prohibición para aparcar por embarque de los barcos, comenzaba a las 8:30. Vuelvo a decir que los malteses son muy pillos. Aún no sé qué ocurrirá con la multa, pero espero que sea motivo suficiente para conseguir que la anulen. La verdad que ese día nos pegamos disgusto, y eso que la multa es más barata que la de España. Visto lo visto, incluso llegamos a pensar, menos mal que sólo son 25 euros.
- 15. El inglés que hablan en Malta
- Al ser un país que tiene el inglés como lengua oficial junto con el maltés, y dado que los últimos años se ha puesto de moda para los estudiantes que quieren aprender inglés, me esperaba un nivel bastante alto. La verdad que no lo tienen, lo hablan, sí, pero bastante regular, así que no lo veo como destino para aprender un buen inglés. De lo que me he dado cuenta es de que tiene mucha marcha, y la próxima vez que alguien me diga que va a hacer un viaje a Malta para aprender inglés, ya le diré, sí, sí, que vas a la fiesta, ¿verdad? 😉
Después de leer todo lo que más me ha marcado de mi viaje a Malta, ¿qué opinas? Si conoces Malta, ¿cómo fue tu experiencia? Si no lo conoces, ¿tienes pensado visitarla?