Tenerife día 3: Icod de los Vinos, Garachico, Punta de Teno
Noroeste de Tenerife
Qué fácil es acostumbrarse a estas vistas al despertar, ¿verdad? Lo difícil sería volver a Madrid y echar de menos la figura dominante del Teide. Pero de momento teníamos unos días en los que sólo teníamos que centrarnos en disfrutar. Hoy nos tocaba conocer el oeste de la isla tinerfeña.
Teide desde la piscina del hotel
El recorrido del día nos dejó imágenes muy bonitas desde la carretera, como las casas de colores edificadas en la ladera del Teide, extensiones de plataneras y las vistas de la costa del norte de Tenerife, que incluía atravesar varios túneles entre barrancos, como el barranco de Ruiz.
Casas de colores en la ladera del Teide
Nos llamó muchísimo la atención que la figura del Teide nos siguió acompañando durante toda la primera parte del viaje, y tardó bastante en desaparecer, hasta abandonar Icod de los Vinos.
Teide cerca de Icod de los Vinos
Icod de los Vinos
La primera parada del día llegaba a la media hora de abandonar nuestro hotel, en Icod de los Vinos, la ciudad del drago milenario. Esta localidad nos trajo momentos muy divertidos con el coche entre sus calles empinadas. También nos ofreció unas imágenes bonitas de su centro histórico, con la Plaza Luis de León Huerta dominada por una majestuosa escalinata que daba acceso al ayuntamiento y a la la parroquia de San Marcos.
Ayuntamiento de Icod de los Vinos
Entre construcciones antiguas llegamos hasta el parque que aloja la iglesia más importante de Icod de los Vinos, la iglesia de San Marcos, y un mirador al drago milenario. Este drago, con más de 600 años y medidas impresionantes, es en realidad la atracción turística de esta ciudad.
Drago milenario en Icod de los Vinos
Garachico
A cuarto de hora de Icod de los Vinos aparecía Garachico. La verdad que este pueblo fue una de las grandes sorpresas del viaje. Combina construcciones antiguas y modernas y además una naturaleza peculiar. Su figura es fácilmente reconocible por el islote frente a su costa, el Monumento Natural del Roque de Garachico, uno de los elementos de origen volcánico del pueblo, junto a sus rocas de lava y unas piscinas naturales llamadas El Caletón.
Monumento Natural del Roque de Garachico
En cuanto a las construcciones antiguas hay bastantes, las principales el castillo de San Miguel, la iglesia matriz de Santa Ana y una antigua puerta medieval llamada Puerta de Tierra.
El Caletón, castillo de San Miguel e iglesia matriz de Santa Ana
Punta de Teno
A partir de Garachico no teníamos claro cuál sería nuestro siguiente destino, ya que manejábamos varias opciones. Debatimos si ir o no a los acantilados los Gigantes, y finalmente lo descartamos por una cuestión de lejanía. Ya iríamos al día siguiente que tendríamos más tiempo. Hoy nuestro último destino turístico del día iba a ser el lugar más occidental de Tenerife, la Punta de Teno. La verdad que después de visitarlo nos alegramos de haberlo elegido, principalmente por el camino, que nos regaló unas vistas increíbles, acantilados de vértigo y un mirador a mitad de la subida para disfrutar de las vistas, el mirador Punta del Fraile.
Molinos eólicos desde mirador Punta del Fraile
En la Punta de Teno encontramos un saliente con el faro, calas de colores inimaginables, y vistas a unos acantilados que hasta el día siguiente no reconocimos como los acantilados los Gigantes.
Tarde de piscina en el hotel
Tras ver Punta de Teno ya regresamos directos al hotel. Como la hora de la comida había pasado, comimos unos sandwiches y perritos en el bar, y ya pasamos el resto de la tarde en la piscina. Habíamos pasado mucho calor durante la mañana, incluso se nos habían quemado algunas partes del cuerpo que llevábamos al aire, y sólo nos apetecía estar frescos, y en remojo.
Nos chocó que tuvimos que pagar 20 euros por las dos toallas, que en teoría nos reembolsarían el último día al devolverlas. Imagino que habrán puesto está medida porque estarán cansados de gente que las «roban». Y eso que el hotel estaba lleno de alemanes y franceses, que en teoría tienen menos pillería…
En la piscina del hotel de Tenerife
Por la noche tras la cena y mientras tomábamos una copa pudimos disfrutar de un show de flamenco formado por dos chicas bailaoras. Estuvo entretenido aunque me pareció demasiado estresante porque se notaba que estaba demasiado orientado a los guiris, y querían hacer una muestra de todos los tipos de bailes flamencos posibles en tiempo record. Cada cinco minutos se cambiaban de vestido, todo entre prisas, y creo que si fuese más calmado quedaría mucho mejor. Igual los guiris creo que no lo notaron tanto como nosotros y se lo pasaron pipa. Tras este espectáculo, ya regresamos a nuestra habitación a descansar y planificar la ruta del día siguiente. Estaba decidido, viajaríamos a los Gigantes y al sur de Tenerife.