Paseando por Espot

Espot es una pequeña localidad del Pirineo de Lleida que nos cautivó desde el primer momento. Primero la recorrimos en coche buscando nuestra casa rural y ya después la disfrutamos tranquilamente a pie. Nuestra casa rural estaba al norte de la localidad. Como lo habitual es acceder desde el sur, podemos decir que era una de las últimas casas del pueblo. Desde la casa rural iniciamos nuestro paseo.

Vistas desde nuestra casa rural de Espot

La arquitectura de Espot era muy similar a la de sus pueblos cercanos y nos recordaba muchísimo a Andorra. La verdad que son todos igual de encantadores, quizás cuanto más pequeños y con montañas más cercanas tienen aún más encanto, y Espot así era. En la zona norte y al lado de nuestra casa rural se encontraba una de las joyas arquitectónicas de la localidad, su puente románico sobre el río Escrita.

Puente románico

A partir del puente ya sólo quedaba una carretera que daba acceso a las últimas casas de Espot, y cruzando el puente teníamos otra carretera que llegaba hasta el Parque Nacional de Aigüestortes, a escasos 2 kilómetros. Espot es en realidad una de las puertas de entrada a este parque nacional.

Rio Escrita y Pirineos

Espot está dividida por el río Escrita y tiene una carretera de subida y otra de bajada. Como conocíamos el lado que habíamos recorrido de subida con el coche, esta vez iniciamos el paseo por la carretera de bajada. Fuimos bordeando el río y disfrutando de la tranquilidad que se respiraba. Prácticamente no había gente ya que la temporada alta se da en invierno por el esquí y la mayoría de las edificaciones estaban reconvertidas en casas rurales. Parecía que en la localidad casi no vivía nadie, aunque en realidad hay unas 300 personas empadronadas.

Rio Escrita

Paseando por Espot

El pueblo de Espot se divide en dos barrios: Solau, que es el que habíamos recorrido hasta el momento, orientado a la solana, y l’Obago hacia el sur, el pueblo antiguo y que ocupa la parte opuesta.

Barrio l’obago

Fuente

Casas sobr el río Escrita

Esta puerta me resultó curiosa porque daba acceso a un bar-terraza que estaba en un parque. También había varios bares-terrazas en el borde del río.

Bar-terraza

Rio Escrita

Cruzando nuevamente el río llegamos a lo que parecía la plaza central del pueblo, rodeada de bares-restaurantes y muy cerca la austera iglesia de la localidad, la Iglesia de Santa Llogaia.

Iglesia de Santa Llogaia

Continuando escasos minutos más hacia el sur llegamos al final del pueblo por el sur, donde había una pequeña presa y a lo lejos se podía ver la Torre de los Moros sobre las casas. Realmente el paseo de norte a sur no es más de 10 minutos, aunque nosotros estuvimos algo más porque nos fuimos entreteniendo. Y aunque corto, fue un muy agradable y relajante paseo ideal antes de dormir.

Torre de los Moros