Nuestra aventura en el Faro de Nordeste
Nuestra aventura en el Faro de Nordeste
Si hay un momento que recordaremos de nuestro viaje por la Isla de Sao Miguel ése es sin duda nuestra visita al faro Ponta do Arnel en Nordeste. Estábamos asomados a los acantilados buscando los jardines colgantes, cuando vimos el faro al final de uno de los acantilados. Visto desde arriba se veía diminuto.
No pensábamos bajar, pero cuando estábamos a punto de abandonar Nordeste vimos una carretera a nuestra izquierda que se dirigía hacia el faro. Avisaba de una pendiente de un 20%. Estuvimos evaluando si bajar o no bajar, si bajar en coche o andando… Y al final sí, bajamos y además en coche…
El comienzo de la carretera no tenía tanto desnivel y eso es lo que nos hizo confiarnos. Aún así bajamos despacio, con mucha precaución, ya que además empezaron unas curvas pronunciadas. Cuando ya estábamos casi abajo, en la penúltima curva, la carretera se puso empinadísima. Daba auténtico vértigo la bajada teniendo enfrente sólo el mar. Parecía que si el coche tomaba velocidad terminaríamos en el Océano Atlántico. Menos mal que alrededor de la carretera había un muro que protegería de las caídas al mar. Seguramente aquí estaba el 20% de desnivel, pero ya era tarde para darse la vuelta, aquí ni siquiera había espacio. Este tramo lo hicimos muy muy despacio y en el siguiente ya aparcamos el coche, con el freno de mano por supuesto muy bien echado.
Bajamos a conocer la zona y lo peor vino a la subida. Lo primero fue dar la vuelta al coche. Esa parte fue sencilla porque justo en el faro la carretera se ensanchaba y permitía justo dar la vuelta cómodamente. Lo malo fue la propia subida, las primeras dos curvas.
Comenzamos la subida en primera. Llegamos a la primera curva. El coche tenía poco espacio para el giro y además a partir de esta curva comenzaba la zona más empinada. El coche estaba pasado de revoluciones y parecía no dar más de sí, así que aceleramos y metimos segunda. El coche empezó a patinar. A partir de ahí una sucesión de intentos, pasando incluso por poner freno de mano y después volver a intentarlo varias veces. Y también bajar un poco la cuesta para no comenzar exactamente en la curva. Y no fue posible, de la primera curva no conseguíamos pasar, porque además las ruedas empezaron a oler a goma quemada y tuvimos que abandonar, bajando hacia atrás muy lentamente hasta la base del faro.
Siempre recordaré el susto de ese momento y los minutos siguientes. Volvimos al inicio del faro y estudiamos nuevamente la situación. Nosotros habíamos alquilado un coche pequeño, un Nissan Micra, que no tendría tampoco mucha potencia. Ya nos veíamos llamando a una grúa y pensando en cómo bajaría la grúa por esta carretera ¡algo que parecía realmente imposible! Quizás tendría que remolcarnos otro coche… ¡Uff qué mal rato!
Nos tomamos unos minutos de descanso y volvimos a intentarlo, esta vez en segunda. Al llegar a la primera curva íbamos muy despacio pero… ¡Increíblemente el coche no patinó! Lentamente fue subiendo el tramo empinado, y la siguiente curva también, y las siguientes, hasta que nos dimos cuenta de que lo peor ya había pasado y enseguida llegamos arriba, donde lo primero que hicimos fue aparcar, salir del coche y soltar adrenalina, que lo necesitábamos, estábamos nerviosísimos.
Después nos dimos cuenta de que tuvimos mucha suerte de que el suelo no estaba mojado, y eso que había estado lloviendo durante aquellos días. Ni qué decir tiene que pasamos el resto del día y del viaje recordando ese momento. Y aún hoy día que ha pasado más de un año de vez en cuando lo recordamos, sobre todo cada vez que vemos un faro. Al menos aprendimos la lección, pendientes muy pronunciadas, ¡nada de coche!.
Aventuras como esa al final son las que marcan el viaje y lo hacen mas emocionante aunque en ese momento te pongas muy nervioso. Al final todo fue bien y tienes una aventura que contar jeje 😉
¡saludos!
La verdad que sí, y una vez que salimos de allí nos dio para reirnos durante el resto del viaje. Gracias por comentar Silvia. Saludos viajeros!!
Vaya apuros tuvieron que haber pasado. Espero que al menos el faro haya valido la pena 🙂
Sí que mereció la pena, tiene unas vistas increíbles y dicen que es uno de los mejores lugares para ver amanecer en la Isla de Sao Miguel. Quizás para la próxima vez… 🙂 Gracias Mauxi!!
Uff, vaya apuro, lo bien que os quedaríais cuando llegasteis arriba, saludos viajeros.
Ni te imaginas, que ahora nos reimos pero sí que pasamos un mal rato. Saludos!
Al final son estas aventurillas las que ponen la chispa al viaje. ¡Que sería sin ellas!
Lo importante es que lo conseguísteis, yo tampoco me imagino a la grúa bajando a por vosotros. O_O
Saludos!
jaja la verdad que no. Podíamos haber liado una buena. Tuvimos mucha suerte 😉