Islandia día 5: Dettifoss, Hafragilsfoss, Asbyrgi, Selfoss, Krafla, Jardbodin
Egilsstadir
Recuerdo el despertar en Egilsstadir como uno de los más agradables y relajantes de mi vida, en una cabaña de cuento en mitad del bosque islandés. Sólo algunas cabañas cercanas y nada, pero nada, de ruido. Desayunamos en el porche, aprovechando que el día había amanecido soleado. Una madre islandesa y su hija habían tenido la misma idea que nosotros. Sin duda apetecía quedarse ahí horas y horas. Ellas sí podían porque habían reservado esta cabaña para pasar algunos días. Nosotros sin embargo, debíamos continuar nuestro recorrido por Islandia.
Antes de partir, nos acercamos a conocer a los caballos que descansaban a escasos metros de nuestra cabaña. Los utilizan principalmente para hacer excursiones por el bosque. Lo que más me sorprende de los caballos islandeses son sus crines, que parecen más largas y voluminosas que las de otros caballos, y muy bien peinadas a un lado incluso en los caballos que son salvajes.
De Egilsstadir a Dettifoss
Abandonamos la cabaña para hacer una corta parada en Egilsstadir, sólo para hacer algunas compras en su supermercado. A partir de Egilsstadir retomamos la carretera 1, y encontramos un paisaje muy similar a la tarde anterior, rodeados de decenas de cascadas. Esta vez la carretera bordeaba un río a la izquierda que tenía un color azul precioso cuando salía el sol.
A la hora el paisaje cambió súbitamente dando comienzo a una región montañosa, muy árida, que parecía desértica si no fuera porque tenía riachuelos, como el río Langadalsá.
También encontramos una zona llena de los típicos montones de piedra o «cairns».
Parque nacional JokulSárgljúfur
Continuamos por la carretera 1 hasta llegar al área de descanso del Parque nacional JokulSárgljúfur. A lo lejos una vista increíble de una montaña que creemos es un volcán.
Carretera 864
A partir de aquí nos desviamos para tomar la carretera 864. Sabíamos que había dos carreteras para ir hasta la cascada Dettifoss, y no teníamos claro cuál era la mejor, así que optamos por subir por una y descender por la otra. Al coger la 864 nos sorprendimos de encontrar una carretera de grava que no estaba señalizada como carretera F, aún pareciéndolo. Al principio nos asustamos, después empezamos a divertirnos, y al final terminamos enganchados a los subibaja del coche. Tanto fue así que incluso nos grabamos en un video mientras circulábamos. Nos dio uno de los momentos más divertidos del viaje a Islandia, por ser la primera vez que circulábamos por un camino tan malo, aunque días después otras carreteras lo superaron. ¿Quieres ver el video? Aquí lo tienes: videos de carretera 864.
Tras este entretenido trayecto, llegamos a la catarata Dettifoss, la cascada más caudalosa de Europa. Sin duda una de las visitas imprescindibles en todo viaje a Islandia. La fuerza con la que cae el agua es impresionante.
Cerca de Dettifoss anunciaban la cascada de Selfoss, pero decidimos verla al descender, ya que desde la otra carretera pensábamos volver a ver Dettifoss. Esto en realidad lo improvisamos sobre la marcha, por lo divertido que nos había resultado el camino hasta aquí. Así que no vimos Selfoss pero sí que continuamos hasta cascada Hafragilsfoss, una cascada muy bonita que se ve eclipsada por Dettifoss.
A partir de Hafragilsfoss ya continuamos del tirón bordeando el río hacia el norte. Sólo paramos ante el imprevisto de alguna oveja que salió a saludarnos en medio de la carretera…
Y también nos resultó muy curioso cruzarnos con un autocar por aquí.
Carretera F862
Media hora después llegábamos al puente que atraviesa el río Jökulsá. A partir de aquí ya se emprende el camino de vuelta hacia el sur.
En los primeros kilómetros encontramos el cañón de Asbyrgi, con forma de herradura y creado por la erosión provocada por inundaciones y derrumbamientos a causa de explosiones volcánicas. El cañón impresiona, pero que creo que deslumbra mucho más subiendo a la cima del cañón, desde donde se ve su forma de herradura. Nosotros no teníamos tiempo.
El primer tramo de la carretera F862 estaba asfaltado, pero pronto volvimos a una carretera de grava, ¡y qué carretera! Estaba mucho peor que la 864, y además llevábamos algunos coches delante que iban armando una torbonera importante. Por no hablar de cuando nos cruzábamos con otro coche y teníamos que parar y pasar muy despacito, casi saliéndonos de la carretera, porque los dos no cabíamos, ¡qué momentos! Fue muy pero que muy divertido.
La diversión nos duró hasta ver nuevamente el anuncio de la catarata Dettifoss. Parece que el tramo de carretera F862 desde Dettifoss hacia el sur (con dirección a Myvátn) es el más turístico para ver la catarata. Por ese motivo estaba asfaltado.
Me atrevería a decir que la vista de la catarata desde este lateral es aún más impresionante, además se siente el suelo retumbar por la caída tremenda de agua.
Desde aquí visitamos también la cascada que nos había quedado pendiente: Selfoss. Acertamos, porque desde este lado está más cerca. No llegamos hasta el final de la cascada porque estaba lloviendo, pero viéndola de lejos pudimos comprobar lo bonita que era. Selfoss está formada por una cascada grande de 11 metros, y a su alrededor hay muchas cascadas pequeñas que caen por los laterales del cañón.
Región de Myvátn
Cuando salimos de Dettifoss y Selfoss ya eran las cinco de la tarde. Nos quedaba finalizar la tarde en la región de Myvátn.
Volcán Krafla
Nos dirigimos hasta el volcán Krafla, un volcán impresionante con un lago verde en su interior. Me pareció increíble, no sólo por tener un volcán frente a mis ojos, sino por poder subir por su ladera y caminar por todo el borde de su cráter más famoso, Víti. Había algunas partes que daban vértigo y tenías que tener mucho cuidado para no caer, e incluso llegamos a una zona en la que estábamos rodeados por agua en abullición. De este agua emanaba un aroma nada agradable y que ya reconocíamos por haberlo conocido en Furnas, en Islas Azores. Se trataba de agua con azufre, que huele de una forma similar al huevo podrido.
En los alrededores del volcán Krafla había una central geotérmica y además era sorprendente mirar al horizonte porque estaba todo lleno de fumarolas.
Algunas de las zonas de fumarolas más conocidas de Mývatn es la zona geotérmica de Namafjall. La verdad que el escenario es increíble, y también algo surrealista y único.
Los baños naturales Jardbodin
Tras la visita a esta zona geotérmica que parecía tan irreal, ya nos dirigimos a nuestro alojamiento, de nuevo una cabaña, esta vez junto al lago Mývatn. Nada más llegar preguntamos por los baños termales que sabíamos había en Mývatn, y en un visto y no visto nos encontramos comprándoles las entradas y corriendo a los baños termales Jardbodin. No teníamos tantísima prisa, ya que estaban abiertos hasta medianoche, pero sí teníamos muchísimas ganas de probarlos. Y el ansia no provocó decepción, sino todo lo contrario. Con esta imagen, ¿quién podría decepcionarse?
Los baños naturales Jardbodin en el lago Myvatn
El agua contiene azufre y está a una temperatura de entre 36 y 40 grados. A mí personalmente había zonas que me quemaban. Lo más curioso era que fuera había apenas 10 grados y ya hacía algo de frío e incluso llovizna. Dentro del agua se estaba en la gloria. Por culpa del azufre, este agua también olía algo a huevo podrido, aunque aquí no era desagradable porque era más suave.
Estuvimos en Jardbodin hasta pasadas las 11 de la noche. Al salir aún no era completamente de noche, y nos encontramos con estas vistas.
Fumarolas cerca de Baños termales Jardbodin
Desde aquí ya fuimos directos a nuestra cabaña, para cenar un salmón ahumado que nunca olvidaré porque olía como a tabaco. Debe ser que esto es el auténtico salmón ahumado, y no el que comemos en España. También nos duchamos para intentar quitarnos el olor, pero parecía que el agua de la ducha de la cabaña también olía a huevo podrido, así que pasamos toda la noche acompañados de este olor. Ni siquiera nos molestó este aroma, porque supongo que por la relajación de los baños termales, dormimos como bebés.
Qué maravilla de día…Un día fuera de la Tierra, por que esos paisajes, esas carreteras desiertas, esos colores, no parecen de este planeta, del que uno conoce, claro… Yo también hago cairns…en el Racó del conill, al lado de Benidorm, siempre hice…
Tienes razón, esos paisajes no parecen de nuestro planeta. Qué pais tan maravilloso. Y lo de los cairns… pues yo nunca hice 🙁
Yo no sabía que tenían nombre, al menos en inglés… Lo he aprendido de ti, de tu post.
Paco Martínez jaja y yo lo aprendí en ese viaje 😀