Fiordos noruegos: Trondheim, Vinjef, Valsøy, Halsa, Molde, Alesund
Día 4 de ruta por los fiordos noruegos
Trondheim
La tarde anterior ya habíamos tenido la oportunidad de conocer la tercera ciudad más poblada de Noruega: su fiordo, su puerto, las casas características sobre el río y el centro de la ciudad. Sin embargo aún nos quedaba una de las visitas más espectaculares en Trondheim: la catedral de Nidaros. Curiosamente Nidaros coincide con el primer nombre que tuvo la ciudad y significa «la boca del río» en nórdico antiguo. Además de la catedral, destaca junto a ella el museo y el Palacio del Arzobispo.
Catedral de Nidaros en Trondheim
La catedral de Nidaros es luterana y constituye una auténtica obra maestra de la arquitectura gótica en los países nórdicos. Fue construida durante los siglos XI y XII sobre lo que fue la tumba de San Olaf, el patrón de Noruega. Hoy día sus restos se hallan bajo el altar de la catedral.
Altar de la Santa Cruz en Catedral de Nidaros
No muy lejos de la catedral nos llamó la atención la pequeña iglesia judía Misjons, que además fue lo último que visitamos en Trondheim. La verdad, no imaginábamos un gran número de judíos en Noruega, y menos en esta ciudad.
Fiordo Vinjef
Salimos de Trondheim con dirección hacia la zona oriental de las tierras troll donde nos esperaban unos paisajes de cuento. Prácticamente todo el trayecto fuimos rodeando agua, la mayoría de fiordos, pero también de algunos lagos. Comenzamos bordeando el fiordo de Trondheim, el lago Gagnåsvatnet y el lago Søvatnet. A continuación rodeamos un fiordo larguísimo llamado Vinjef o Vinjefjorden, de 53 kilómetros de longitud y que llegaba hasta los 320 metros de profundidad en algunas zonas. A orillas de este fiordo nos encontramos con algunas gaviotas que descansaban plácidamente. Con este fiordo comenzó el deleite de la naturaleza noruega con sus increíbles fiordos, islotes y rodeados de montañas aún algo nevadas.
Fiordo de Valsøy
Una de las zonas más bonitas del recorrido llegó con el fiordo de Valsøy. Este fiordo es uno de los brazos del fiordo Vinjef y tiene la particularidad de alojar la isla Valsøya. Atravesamos el fiordo mediante el puente Valsøy que nos dio acceso a esta isla, y abandonamos nuevamente la isla por el sur mediante otro de los brazos del puente. A partir de aquí ya pusimos rumbo hacia Halsa, bordeando el fiordo Skålvik.
Fiordo de Halsa y ferry
En este fiordo tomamos el primero de muchos ferrys que nos evitaría horas de carretera que implicaría rodear el fiordo completo. Con el ferry atravesamos el fiordo de Halsa en sólo 35 minutos y además nos resultó un trayecto muy divertido, disfrutando del paisaje y la brisa apoyados en la cubierta del ferry. Como era el primer ferry, todos estábamos como niños, emocionados y recorriendo cada rincón del buque sin parar de hacer fotos de todo el paisaje.
Reanudamos el viaje en autocar nuevamente entre fiordos y otro puente nos llevó a la isla Bergsøya, pequeña y montañosa, con cotas de 278 metros de altura.
Fiordo de Molde y ferry
Algunos kilómetros más al sur ya llegamos a la localidad de Molde, que fue el destino elegido principalmente para almorzar. Nos encontramos con una localidad pequeña y encantadora a orillas del fiordo.
El fiordo de Molde es uno de los brazos del fiordo Romsdals. Mirar al final del fiordo a lo ancho relajaba un montón, con la cordillera nevada que daba un aspecto maravilloso a todo el paisaje enfrente de la localidad de Molde y los ferrys que no paraban de pasar. A lo largo no se veía su final, porque se alarga durante 20 kilómetros.
Finalizado el almuerzo y el paseo por Molde, tomamos un nuevo ferry que nos llevó durante 40 minutos por el fiordo hasta llegar a Vestnes, donde nuevamente el autocar nos trasladó en una hora más hasta Ålesund.
Ålesund
Y ya el llegar a Ålesund y verlo por primera vez, fue una de las maravillas de todo este viaje. Sin duda es uno de los lugares que más recordaré del viaje a Noruega. La primera vista que tuve de ella fue desde el mirador Fjellstua del Monte Aksla desde el que se veía la figura completa de la ciudad. Parecía una península aunque en realidad está formada por siete islas. Nos pareció una auténtica preciosidad.
La subida la hicimos en autocar, y a partir de aquí teníamos la opción de descender hasta la ciudad nuevamente en autocar o a pie, bajando más de 400 escalones. Elegimos la segunda y aunque no llegamos a contar el número de escalones sí que podemos confirmar que fueron muchos, aunque al ser en descenso no cansa tanto. Imagino que para subir a pie sí habrá que estar en buena forma. Descender a pie nos dio la oportunidad de obtener panorámicas de la ciudad a diferentes alturas, y el encanto de internarnos en ella poco a poco.
Uno de los mayores atractivos turísticos de la ciudad es su centro con casitas art nouveau que esconden una gran historia. En realidad a comienzos del siglo XX un incendio arrasó completamente la ciudad, reduciendo a cenizas sus 850 casas de aquella época, y el Kaiser Guillermo II, de vacaciones no muy lejos de allí, mandó enviar cuatro barcos con ayuda para la reconstrucción de la ciudad en estilo art nouveau.
Casas en estilo art nouveau en Alesund
También paseamos por su puerto, con unas vistas que nos recordaban en cierta manera a Trondheim.
La visita a Ålesund nos había encantado y se había convertido en la joya del viaje hasta el momento. Nos dio tiempo también a pasear a orillas de su fiordo hasta que comenzó a atardecer y ya fuimos al hotel para cenar y soñar con las sorpresas que nos depararía el siguiente día de nuestro circuito por los fiordos noruegos, ¡qué ganas!
Te leo, veo tus fotos… y no entiendo porque a mi Noruega no me gustó. Bueno, me gustó pero me dejó bastante indiferente. ¿Tendré que darle una segunda oportunidad? 😉
Tendrá que ser. Yo estoy deseando volver! Llegaste a ver alguna iglesia vikinga de esas de madera? Quizás te gusta más que los fiordos 😀
Si las iglesias si me gustaron
Que envidia de viaje! Esta catedral debe ser una de las más bellas que hay tan al norte!
Eso dicen! La verdad que era impresionante.