Cueva de cristales de Swarovski en Austria
En mi primera visita a Austria tuve la oportunidad de conocer la cueva de cristales de Swarovski. Seguramente el nombre te resulta familiar, ya que es el mismo que esos pequeños y caros cristales que se han hecho tan famosos como joyas de cristal. La sede central de Swarovski se encuentra en Wattens (Austria), y fue precisamente en este lugar donde crearon esta cueva de cristales en 1995 para celebrar el primer centenario de la creación de la empresa.
He escuchado opiniones diciendo que esta cueva de cristales sólo es un negocio y que no merece la pena su visita, pero yo he de decir que a mí sí me gustó. La única pega es que la entrada es algo cara, aunque si tienes la Innsbruck card te lo ahorras. Si no estás muy interesado en ver cristales, al menos puedes pasear por sus jardines, ya que para mí es una de las visitas imprescindibles desde Innsbruck, ya que estamos a sólo 20 minutos de allí y prácticamente pilla de paso.
Cueva de cristales de Swarovski en Austria
La entrada a los jardines es gratuita y están realmente cuidados. Pasear por allí es toda una maravilla, dentro de un paisaje totalmente alpino con las montañas a un paso. Su estrella es esta cara dibujada con el césped de la que cae una cascada. La entrada a la cueva de cristales se realiza por uno de sus laterales.
Entrada a la cueva de cristales de Swarovski
La cueva de cristales de Swarovski es en realidad un museo que se recorre en aproximadamente 1 hora. Algunos lo consideran más un parque temático dedicado al mundo de las joyas de cristal. Hace un recorrido por la historia de Swarovski así como una muestra del arte que se puede realizar con estos cristales. Lo que se echa en falta es el proceso de obtención de los cristales y de elaboración de las joyas.
La muestra de cristales es espectacular, con cristales de diversos tamaños y algún que otro experimento de reflejos y refracciones que nos hizo disfrutar de luces y colores. Había algunas salas tan impresionantes como ésta, con las paredes completamente llenas de brillantes cristales.
Pared de cristales de Swarovski
Aunque para mí la estrella de la muestra es este enorme diamante que nos dijeron era el mayor diamante del mundo. ¿Será verdad?
Al final del recorrido, como no podía faltar, una tienda en la que puedes comprar sus productos, ¡qué gran tentación!
Yo, me quedo en los jardines…
La verdad que son bonitos, y la cara es curiosa 😀