Buscando la Capilla de Nuestra Señora de las Victorias
Capilla de Nuestra Señora de las Victorias
Entrando por la carretera del Lago de Furnas, al comienzo del lago nos llamó la atención una especie de edificio abandonado que aparecía entre los árboles a nuestra izquierda. La primera vez no nos dio tiempo a identificar bien de qué edificio se trataba, aunque nos pareció una ermita. Tampoco encontramos ningún sitio donde parar el coche y así poder acercarnos a ver de qué se trataba.
La segunda vez que pasamos veníamos en sentido contrario, ya que habíamos dejado la zona de calderas. Esta segunda vez ya nos fijamos bien y sí, se trataba de una ermita abandonada. Después supimos que se trataba de la Capilla de Nuestra Señora de las Victorias (Capela de Nossa Senhora das Vitórias). Eso sí, esta segunda vez tampoco fuimos capaces de parar, ya que centramos nuestra atención en el lado de la carretera que daba a la capilla y no encontramos ningún sitio donde aparcar el coche. Así que tuvimos que continuar nuestro camino por la carretera hasta poder dar la vuelta en el primer sitio que encontramos, que por cierto estaba un poco lejos, subiendo parte del puerto… nos sentimos auténticamente tontos.
Después de dar la vuelta, y ya por tercera vez buscando la Capilla de Nuestra Señora de las Victorias, fuimos más despacio e inspeccionando todos los rincones alrededor de la capilla, y por fin encontramos un aparcamiento en el lado derecho.
Si no quieres que te pase lo mismo que a nosotros, ya sabes, entra despacio y para en el primer aparcamiento que veas al lado derecho de la carretera entrando por el sur del lago.
El aparcamiento era de pago, pero barato, nos costó 40 céntimos. Como la capilla se encontraba en el lado opuesto de la carretera, una vez aparcado el coche, cruzamos con cuidado la carretera y pusimos rumbo a la capilla. El camino es muy sencillo, todo recto cerca del lago, y en 10 minutos ya teníamos, por fin, la preciosa capilla ante nuestros ojos.
Pues ya sabes, que no se te escape la próxima vez que visites la Isla de Sao Miguel. Está en el extremo opuesto de las calderas.
Vaya, yo no la ví