Islandia día 2: cascada Seljalandsfoss, Skógafoss, Vík
Keflavík
Despertábamos en nuestro hotel cercano al aeropuerto de Keflavík pensando que… ¡por fin iba a comenzar nuestro recorrido por Islandia! Lo primero del día fue el desayuno en el hotel que incluía el inicio de nuestra cata de productos islandeses, cremas de ostra y gamba y mermeladas, que nos supieron bastante ricas. Al salir del hotel nos encontramos una tierra de contrastes, aperitivo de lo que nos depararían los próximos días.
Contrastes en la tierra en Keflavík
El aeropuerto estaba a apenas 5 minutos, sacamos coronas islandesas de un cajero, cogimos un gran montón de folletos de la oficina de turismo, más de los que creo nunca seré capaz de leer, y recogimos el coche de alquiler que teníamos reservado, un todoterreno Kia Sportage. Lo primero que hicimos fue una parada en el primer supermercado que encontramos, para comprar avituallamiento, ya que nos esperaban muchos kilómetros por delante y nos habían avisado que no encontraríamos restaurantes fácilmente, como después pudimos comprobar. Además de la comida, compramos una bolsa de snacks de bacalao que resultó ser un auténtico fracaso porque los trocitos secos de bacalao no sabían a prácticamente nada. Y ya con todo listo, partimos con muchísima ilusión a recorrer la costa del sur de Islandia.
Cascada Seljalandsfoss
Nuestro primer destino del día iba a ser una de las cascadas más bonitas de Islandia: Seljalandsfoss. Pero aún nos quedaba mucho para llegar hasta ella, más de 2 horas. Tuvimos que rodear Reikiavik y aquí se nos hizo bastante infernal, porque había muchísimo tráfico y llovía bastante, y esto en un país desconocido siempre te pone tenso. Si las 2 semanas iban a ser así, no nos dejaría disfrutar mucho. Menos mal que no lo fue.
Una vez alejados de Reikiavik, continuó la lluvia pero comenzamos a quedarnos cada vez más solos en la carretera, lo que nos permitió ir tranquilos y disfrutando del paisaje, porque en verdad lo merecía, embobados con las primeras montañas volcánicas, rocas cubiertas de musgo, fumarolas y unos ríos negros por los sedimentos de arena negra que arrastraban. Era un país inventado.
Y más inventada aún fue la cascada Seljalandsfoss, para mí sin duda la más bonita, la que más me impactó, la que más disfruté, y era además la primera. Tanto fue así, que el penúltimo día de viaje incluso repetimos visita. Lo mejor de la cascada es que la puedes visitar por detrás, y casi hasta debajo, porque el agua salpica tan fuerte que llega a mojarte, por cierto un agua que proviene del glaciar Eyjafjallajökull. Ver sus 60 metros de caída es impresionante, divertidísima la visita a esta cascada, sin duda una de los imprescindibles en todo viaje a Islandia, y eso que la lluvia deslució algo el paisaje. ¿Ves lo diminutas que son las personas que salen de detrás de la cascada?
Agua cayendo en Cascada Seljalandsfoss
Cascada Skógafoss
A partir de Seljalandsfoss y durante media hora disfrutamos de un espectáculo de cascadas estrechas que provenían todas del glaciar, hasta llegar a la cascada Skógafoss, elegante a la par que impresionante, con sus 60 metros de altura y 25 metros de ancho. Esta cascada no se puede rodear por detrás, pero sí hay una escalera lateral, empinada y de unos 500 escalones, que nos lleva a un mirador en su parte alta para ver exactamente el comienzo del salto de agua, ¡de vértigo! Dimos un corto paseo río arriba y descendimos nuevamente para conducir hasta Vík.
Vík
En Vík estaba nuestro hotel, a media hora de Skógafoss. Fuimos directos hasta allí aunque vimos anuncios de varias playas a nuestra derecha que visitaríamos después, ya que eran las famosas playas de arena negra de Vík. Hicimos el check-in, dejamos el equipaje y retrocedimos en nuestro camino para conocer las playas.
Playa Kirkjufjara
La primera que visitamos fue Kirkjufjara, una bonita playa de arena negra en la península de Dyrhólaey. Cuando la visitamos tenía un fortísimo oleaje que daba miedo, y no sé por qué me da que casi siempre debe ser así. Pensábamos encontrar aquí el arco de Dyrhólaey, que lo habíamos visto a lo lejos desde la carretera internándose en el mar, y al estar en esta playa el arco se volvió invisible. Hasta que no realizamos de nuevo visita a esta zona varios días después, no fuimos capaces de encontrar este arco.
Playa Reynisfjara
Reynisfjara era similar, playa de arena negra y guijarros, quizás algo más grande, y nos encontramos con lluvia y neblina que daban un aspecto lúgrube al lugar. Sin embargo esta playa podríamos decir que tiene mayor interés por dar unas de las mejores vistas de las rocas Reynisdrangar, que son los famosos trolls de Vík, y sobretodo por sus columnas de basalto creadas de la erosión en sus acantilados. En su cima además viven los frailecillos, estos simpáticos pájaros islandeses, aunque nosotros intentamos verlos desde abajo y no conseguimos ver nada, así que decidimos regresar al hotel.
Monte Reynisfjall y rocas Reynisdrangar en playa Reynisfjara
El día había sido muy largo y productivo, ya eran las 10 de la noche, paramos en un restaurante a comprar una pizza para llevar y ya en el hotel hicimos cambios respecto a lo que teníamos planificado para el día siguiente, ya que pensábamos realizar una excursión con crampones sobre el glaciar, pero con la lluvia que anunciaban, la verdad que no nos apetecía mucho y ni siquiera sabíamos si la realizarían. Como el trayecto hasta el glaciar era bastante largo y nos suponía un gran madrugón, decidimos replanificar a un trayecto mucho más calmado, cosa de la que después nos alegramos muchísimo.
Me encantan las fotos y tu manera llana y coloquial de contar cómo fueron las cosas, incluyendo cuando algo no salió bien o decepcionó… Me quedo con la última foto, con las brumas, (en Cartagena decimos «boria»)…totalmente un escenario de película de ficción.
Muchas gracias! No conocía el concepto de «boria» 😉
Hoy está emboriao en Cartagena y con bochorno…no se mueve una paja… que quiere decir que no hace aire…
Paco ¿Sabes que me acaban de contar una celebración de Cartagena que conmemora la llegada de los cartagineses? Me han enseñado fotos, dicen que está chulísimo 😉
Ysa Bel
Islandia es para mi como otro mundo….me encanta !
Tienes toda la razón 😉
Que bonito viaje, que paisajes ¡por favor!. Si voy ya se que no comeré bacalao en snacks . Cristina la foto con la que abre tu post es fantástica, por ese juego de líneas y colores
Muchas gracias Liz! Es una maravilla. Me encanta que te guste la foto con esos contrastes 🙂
Me ha encantado tu forma de describir Islandia, Wircky: «país inventado». El nombre de «Vík» debe ser como uno de los «falsos llanos» que los ciclistas disfrutan en la escalada a los grandes puertos… lingüísticos. ¡Gracias por tu peculiar agencia de viajes!
Muchas gracias a ti! Qué curiosa analogía 🙂
Qué belleza esas cascadas, me encantan!!!
Gracias Juan! En Islandia he visto las cascadas más espectaculares, las hay de todos los tipos, increíble, es el país de las cascadas.