Selva Negra día 8: Donaueschingen, Lago Titisee, Rheinfall, Schaffhausen
Donaueschingen
Hoy despertábamos en pleno corazón de la Selva Negra en Alemania y terminaríamos durmiendo en Suiza. Aunque de Hornberg a Suiza había poco más de 1 hora de trayecto, el viaje nos llevaría varias horas más porque haríamos nuestras últimas paradas por la Selva Negra. La primera de ellas en Donaueschingen. Aquí teníamos la fuente del Danubio (Donauquelle), llamada así porque es donde nace el río Danubio a partir de la confluencia de los pequeños ríos Brigach y Breg. Durante los meses de julio y agosto sabíamos que la fuente había permanecido cerrada por restauración, pero no habíamos leído nada del mes de septiembre que es cuando nosotros la visitamos y en el mail de la oficina de turismo no lo contestaron. Así que aunque suponía un desvío en el camino decidimos arriesgarnos por si acaso estuviese abierta. Llegamos sólo hasta aquí y no podimos continuar por las obras que se ven. Nos dio rabia porque la fuente estaba cerquísima y ni siquiera a pie se podía llegar. También por el tiempo perdido ya que si lo hubiéramos sabido antes habríamos buscado otro destino en medio del camino. Eso sí, ya habíamos evaluado que esto podía pasar y fuimos nosotros los que decimos arriesgarnos…
Lago Titisee
Volvimos al camino que nos llevaba en descenso hacia Suiza haciendo una parada en otro de los lagos míticos de la Selva Negra: el lago Titisee. Un lago inmenso que imagino en días soleados debe tener un color del agua precioso, y que como hoy teníamos el día nublado y con lluvia, el agua del lago estaba también grisácea. Aún así el entorno del lago me encantó. Aparte del embarcadero había muchas tiendas, hoteles y restaurantes. Me pareció un lago muy bien preparado para pasar unos magníficos días de verano.
Como ya era la hora de la comida aprovechamos para comer aquí el famoso leberkäse alemán que viene a ser un tipo de embutido cocinado parecido a la carne de las chuletas de Sajonia, y que a mí particularmente me encanta. El leberkäse es lo que está entre las patatas y las salchichas.
Comiendo leberkäse en lago Titisee
Rheinfall
Después de comer en el lago Titisee ya nos dirigimos directos a Suiza. Hoy dormíamos en Schaffhausen. Antes de nada fuimos a hacer el check-in en el hotel, y menuda decepción nos llevamos. Nuestro hotel Back-Packer Federnhut era un auténtico hotel de mochileros a un precio de 100 euros la noche y sin desayuno. Nos sentimos totalmente estafados. No fue la primera estafa de la tarde.
Salimos del hotel a conocer las cataratas más grandes de Europa, Rheinfall, y pagamos 5 euros por menos de 1 hora de aparcamiento. ¡Entraban ganas de salir corriendo de Suiza! Menos mal que al menos las cascadas merecieron la pena. Rheinfall o cataratas del Rin son las cataratas más grandes de Europa y en verdad que impresionan. Se pueden ver desde ambos lados del río Rin e incluso hay un barco que te lleva hasta el islote en medio de la catarata, aunque nosotros no subimos a este barco. Lo que sí vimos fueron las 2 márgenes. Desde el margen derecho del Rin pudimos ver la catarata cayendo de frente, quizás la visión era más bonita.
Cataratas del Rin desde el margen derecho
Cataratas del Rin desde el margen derecho
Tras el «atraco» del aparcamiento volvimos a coger el coche para ir al margen izquierdo. Menos mal que en este lado no tuvimos que pagar. Para llegar a las cataratas pasamos por la bonita fortaleza Schloss Laufen y llegamos hasta un mirador en el que casi rozábamos la catarata. En el punto más bajo incluso te mojabas con el agua que salpicaba la catarata (donde está la bandera en la foto anterior). No os imagináis el estruendo que provocaba. Presenciar algo así fue algo verdaderamente impresionante. Te podías quedar embobado viendo los cientos de metros cúbicos de agua caer.
Cataratas del Rin desde el margen izquierdo
Cataratas del Rin desde el margen izquierdo
Schaffhausen
Tras las sorprendentes vistas de Rheinfall volvimos a Schaffhausen, aparcamos el coche y salimos a dar un paseo por esta pequeña y bonita ciudad medieval. Encontramos más monumentos de los que esperábamos. De hecho pensábamos utilizar Schaffhausen sólo de dormitorio y tras conocerla terminamos impresionados sobre todo por su fortaleza Munot, una gran fortaleza en alto desde la que se tenían las mejores vistas de la ciudad de Schaffhausen.
Schaffhausen desde fortaleza Munot
Se podía acceder al interior de esta fortaleza y descubrimos unos pasillos medievales, en casi total oscuridad y muy auténticos. Continuamos nuestro paseo por esta ciudad y desde luego que debo confesar que a pesar de lo caro que es, Schaffhausen me había encantado.