Selva Negra día 7: Schonachbach, Schonach, Triberg, Hornberg
Schonachbach
Hasta hoy habíamos tenido muy buen tiempo, pero hoy el día había amanecido muy nublado en Gengenbach. Conforme nos fuimos adentrando en la Selva Negra, el tiempo se fue poniendo peor, e incluso empezó a llover. Lo peor de la lluvia no es mojarte, de hecho a mí ni siquiera me importa mucho, el problema es que no puedes ver el monumento o paisaje igual, el cielo tiene un color grisáceo o blanquecino muy triste que provoca fotos más feas y sobre todo que la cámara se moja y se puede estropear. Así que el día no pintaba tan bien.
Nuestro primer destino del día era Schonachbach, una pequeña aldea famosa por tener el reloj de cuco más grande de la Selva Negra. Cuando llegamos a Schonachbach llovía tantísimo que aparcamos y nos metimos corriendo en la tienda de este famoso reloj de cuco. Estuvimos haciendo tiempo viendo todo tipo de detalles y souvenirs de la Selva Negra y sobre todo todo la estrella de la tienda: sus decenas de relojes de todo tipo, tanto de cuco como de carrillón. Había auténticas maravillas. Aún con lluvia pero algo más floja aprovechamos para ver la fachada de esta casa reloj de cuco, de un tamaño realmente impresionante.
Schonachbach: reloj de cuco más grande de la Selva Negra
Antes de conocerla jamás hubiera imaginado que pudiese haber relojes de cuco tan enormes. Lo que no vimos fue salir al cuco porque cantaba a las horas en punto y faltaban unos 40 minutos. Con la lluvia la verdad es que no nos apetecía esperar, así que como pasaríamos toda la tarde hoy en una zona pequeña, si por la tarde dejaba de llover y sobraba tiempo vendríamos a verlo (después no volvimos).
Schonach
Sorprendentemente a apenas 5 kilómetros encontrábamos otro de los relojes de cuco más grandes de la Selva Negra y del mundo, el reloj de Schonach. Entre uno y otro tardamos apenas 10 minutos atravesando la localidad de Triberg, que visitaríamos después. Al llegar a Schonach había dejado de llover. Pudimos ver el reloj perfectamente, lo único que fuimos un poco pardillos diría yo. Llegamos casi a la 1 y el cuco estaba a punto de salir. La chica de la tienda no nos dejó pasar a verlo hasta pagar, así que mientras estábamos pagando escuchamos el cuco cantar. Mala suerte que eran sólo la 1 y el cuco salió sólo una vez. Así que cuando salimos al jardín vimos un precioso y gigante reloj de cuco, pero ni rastro del pajarito. Sí, nos sentimos muy pero que muy tontos. Vaya últimas 24 horas que llevábamos…
Triberg
Tras las complicadas visitas a dos de los relojes de cuco más grandes de la Selva Negra descendimos de Schonach para quedarnos esta vez en Triberg, una de las visitas más esperadas de este viaje, por poseer las cascadas más importantes de la Selva Negra y entre las de mayor altura de Alemania: las cascadas de Triberg. Antes de entrar a las cascadas recorrimos Triberg y además paramos a comer y tomar el postre típico de la zona, la tarta de la Selva Negra, riquísima aunque para mi gusto eliminaría el ligero sabor a alcohol.
Tras la comida ya entramos a las cascadas de Triberg. Están formadas por un total de 7 cascadas, unos saltos de agua más altos y espectaculares que otros, pero en general todos ellos ofrecen unas postales realmente bonitas. El salto más alto llega a los 163 metros. Y a nosotros que nos enloquecen las cascadas podéis imaginar lo que disfrutamos sacando trípode y jugando con la velocidad para hacer fotos con efecto seda. Aunque la visita dura 45 minutos, nosotros ya echamos allí la tarde.
Sólo nos faltaron las ardillas. En el paseo recorriendo las cascadas es habitual que te sigan ardillas. Y es tradición ir repartiendo entre ellas cacahuetes que se compran en las taquillas de entrada. En nuestro caso no vimos a nadie con las ardillas, imaginamos por la lluvia que a ratos aparecía y no les resultaría demasiado agradable.
Cascadas de Triberg en la Selva Negra
Hornberg
Al salir de las cascadas de Triberg volvimos a ir a Schonach para intentar ver el cuco. Pensábamos que cantaría a las 6 de la tarde pero nada, parece que el cuco también cantaba en horario alemán y el último canto había sido a las 5 de la tarde. Estábamos gafados con los cucos. Así que continuamos hacia Hornberg, donde hoy teníamos el alojamiento.
Nuestro hotel en Hornberg era un auténtico palacio habilitado como hotel: el Hotel Schloss Hornberg. Quizás al saber que era un palacio lo habíamos imaginado más sorprendente y al ver su fachada nos decepcionó un poco porque parecía más una casa noble que un auténtico palacio. Aún así el edificio estaba situado en lo alto de una colina y desde nuestra habitación teníamos unas magníficas vistas a la localidad de Hornberg. Y bueno, para ser la primera vez que dormíamos en un palacio tampoco nos íbamos a quejar.
Jaja! Qué cucos los cucos!!! Las vistas desde la habitación, increíbles!!! Y la foto de las cascadas, preciosa…
Los cucos fueron una sorpresa, ¿quién se imagina una casa que es reloj de cuco? :-O Las cascadas son unas de las visitas estrella de la Selva Negra sí 😉
Apuesto que visitantes las termas nudista en baden baden…y ningún comentario por aquí……